viernes, 26 de octubre de 2012

Julius Van Daal relata en 'Bello como una prisión en llamas' una de las más desconocidas revueltas proletarias de la Europa de la era industrial



Bello como una prisión en llamas.
Breve relación de los Gordon Riots.
Julius Van Daal.
Traducción de Federico Corriente.
Pepitas de calabaza. 
120 páginas.
Formato: 12x17 cm.
PVP: 10€.
Fecha de publicación: octubre de 2012.

Bello como una prisión en llamas, publicado por el siempre interesante sello riojano, Pepitas de calabaza, narra un episodio de la historia de Inglaterra mal conocido en ese país y completamente desconocido por estos lares: la primera gran insurrección proletaria de la era industrial.

A comienzos de junio de 1780, la aprobación de una ley considerada “papista” desencadenó un monumental motín que, sin jefes ni doctrinas, y abundantemente regado con ginebra y otras bebidas etílicas, desembocó en una gran fiesta popular a lo largo y ancho de la que entonces era la ciudad más grande de Europa: Londres.

Al grito de “¡No a la esclavitud!” se quemaron las casas de los políticos, se socializaron las destilerías, se destruyeron los símbolos de la opresión y se incendiaron las prisiones, no sin antes poner en libertad a los pobres (sus moradores habituales).

Esta breve narración de Julius Van Daal, redactor del desplegable À bas le prolétariat, vive le communisme, y de los periódicos L’Exagéré y Mordicus, así como fundador del colectivo editorial L’insomniaque, que sigue animando en 2012, viene a mitigar el desconocimiento, la ocultación y la deformación de estas jornadas, que por olvidadas nos resultan aún más memorables.

 Un fragmento de  Bello como una prisión en llamas.

 […] De la noche, de los slums de Whitechapel o de Southwark, de los tugurios y albergues, de los talleres y los puertos, de los burdeles y las tabernas, surgen decenas de millares de pobres insomnes y sin futuro. Se burlan del papa y del rey, de los tories y de los whigs, de los ritos y de las rentas, del arte de gobernar y del de administrar. Quieren cortarle la lengua a los sermoneadores o devorar la mano que les arroja las migajas de la expansión mercantil, suprimir las leyes y la autoridad para que todo sea de todos y ver arder los presidios en una ciudad abandonada por los ricachones y los peces gordos. Ansían apasionadamente el fin del orden existente. Arden en deseos de realizar el viejo sueño de Cucaña de las grandes insurrecciones londinenses: ver por fin echar clarete a las fuentes públicas. […]

Por cierto, que Julius Van Daal también es autor de un libro ilustrado sobre la revolución española, Le rêve en armes.

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