jueves, 31 de enero de 2013

Siruela incorpora ‘Las hermanas Makioka’ a su amplia selección de títulos de Junichirô Tanizaki, uno de los autores japoneses más destacados del siglo XX




Las hermanas Makioka.
Junichirô Tanizaki.
Traducción de Miguel Menéndez Cuspinera.
Siruela.
Formato: cartoné. 14x21,5 cm.
576 páginas.
PVP: 24,95 €.
Fecha de publicación: enero de 2013.

Aunque quizás todavía no goce en España del reconocimiento de otros autores como Natsume Sōseki, Yasunari Kawabata o Yukio Mishima, casi resulta ocioso señalar a estas alturas que Junichirô Tanizaki (Chūō, Tokio, 1886 - Yugawara, Prefectura de Kanagawa, 1965) es uno de los autores japoneses más destacados del siglo XX.  Prontamente atraído por la literatura occidental (con la que ajustaría cuentas más adelante), en 1949 fue galardonado con el Premio Imperial de Literatura por La madre del capitán Shigemoto, suscitando algunos años más tarde una sonada polémica en su país a raíz de la publicación de La llave, novela de corrupción sexual presentada en forma de sendos diarios: los que escriben los integrantes de un matrimonio en torno a sus compartidas (y autodestructivas) experiencias eróticas.

De la mano de Siruela, que ya ha publicado con anterioridad hasta una decena de títulos del autor, nos llega ahora otra de sus obras fundamentales. Escrita en 1947, Las hermanas Makioka se sirve de una redacción lenta y meditada, en la que Tanizaki se refugió mientras el mundo ardía más allá de la ventana, para mostrarnos la vida de cuatro mujeres de clase alta de Osaka que en los años anteriores al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, tratan de preservar una forma de vida ancestral que está a punto de desaparecer.

Repleto de bellas y delicadas estampas de las costumbres de la aristocracia japonesa, Las hermanas Makioka es un retrato conmovedor, y a la vez implacable, de una familia y de una sociedad enfrentadas al abismo de la modernidad. Pero en la recreación nostálgica de ese suntuoso y exquisito mundo, el autor de El elogio de la sombra no nos escamotea tampoco, a través de las confidencias, de la descripción morosa del día a día en la casa, de ese fluir del tiempo que narra una novela nacida “entre guerra y paz”, la descripción de la íntima angustia que sustenta la vida de sus protagonistas.

  • Nota para cinéfilos: la película fue adaptada al cine en 1983 por Kon Ichikawa, realizador que ya previamente había puesto en imágenes La llave y que también sería el responsable de llevar a la gran pantalla el clásico de Sōseki (puesto de moda en los últimos tiempos por Impedimenta) Yo soy un gato.
  • Puede leer las primeras páginas de Las hermanas Makioka aquí.

lunes, 28 de enero de 2013

Gallo Nero nos trae la primera novela de W.C. Heinz, uno de los fundadores del Nuevo Periodismo y autor de una de las mejores historias de boxeo jamás escritas: ‘El profesional’



El profesional.
W.C. Heinz.
Traducción de Ricardo García.
Gallonero.
Formato: 14x19 cm.
384 páginas.
PVP: 22€.
Fecha de publicación: enero de 2013.

Considerado como uno de los fundadores, junto a Gay Talese y Tom Wolfe, del movimiento del Nuevo periodismo, W. C. Heinz (1915-2008) fue uno de los más prestigiosos periodistas deportivos de su generación. Admirado por escritores de la talla de Hemingway, sus libros y artículos estuvieron dedicados de manera preferente a sus grandes pasiones, entre las que se encontraban las carreras de caballos, el béisbol, el fútbol (americano) y el boxeo, tema al que dedicó su primera novela, El Profesional, considerada por el escritor y guionista Elmore Leonard como “la mejor novela que se ha escrito sobre boxeo y una de las mejores novelas de todos los tiempos”.

En El profesional,  obra que con traducción de Ricardo García, nos presenta admirablemente bien presentada durante este mes de enero la editorial Gallonero, quien fuera también corresponsal durante la Segunda Guerra Mundial –su libro When We Were One recoge algunas de las crónicas escritas durante y después del conflicto– nos presenta al boxeador Eddie Brown, peso medio con una larga y anónima carrera a sus espaldas al que después de nueve años subido al ring le llega su gran oportunidad: luchar por el título mundial de los pesos medios.

De la mano del periodista Frank Hughes, que acompañará al boxeador durante todo el mes de preparación previo a la pelea –mostrándonos los entrenamientos, las carreras matutinas, la relación con otros boxeadores, con su familia, o con su mánager, Doc Carroll, para quien este combate supone la última gran oportunidad de coronar a un campeón del mundo–, conoceremos cómo tras años de sacrificio y esfuerzos, este hijo de albañil se jugará en una decisiva noche en el Madison Square Garden de Nueva York la posibilidad de convertirse en un gran campeón.

Hemingway dijo de esta obra que era la única buena novela que había leído sobre boxeo.  Pero aún dijo algo más: que sólo se podía leer una vez. ¿Se refería a ese final que se le atragantaba al propio autor? Claro. Pero no es improbable que el estilo en el que está escrita tuviera mucho que ver con esta apreciación. Preguntado sobre su escritura para una entrevista en Sports Illustrated en septiembre de 2000, Heinz afirmó: “Es como levantar una pared sin cemento. Colocas las palabras de una en una, las encajas, las quitas, y las vuelves a colocar hasta que están en equilibrio y firmes”. 

Cómo pueda hacerse esto tan bien o cómo pueda hacerse con una Remington (la misma que le regalaron sus padres cuando tenía diecisiete años y de la que nunca se desprendió) son cosas que no aclaró y que probablemente no tengan respuesta. Ni falta que nos hace.

viernes, 25 de enero de 2013

Akal presenta en un volumen 'La victoria estratégica' y 'La contraofensiva estratégica', obras en las que Fidel Castro disecciona la victoria de los rebeldes cubanos



La victoria estratégica.
Fidel Castro.
Akal.
Formato: 17x24 cm.
864 páginas.
PVP: 35€.
Fecha de publicación: enero de 2013.

Desde que en el año 2008, un debilitado Fidel Castro fuera reemplazado en la presidencia de Cuba por su hermano Raúl, el mítico dirigente cubano, apartado de la primera línea de la política activa después de medio siglo al frente de la nave de la Revolución pero extendiendo su gigantesca sombra sobre la evolución de un régimen que se movía (y se mueve) entre un aperturismo siempre postergado y una honda y para muchos claustrofóbica parálisis, ha dedicado buena parte de su tiempo a escribir sobre los más variados temas de actualidad. A pesar de que en Biografía a dos voces, Castro ya había repasado con Ignacio Ramonet algunos de los principales momentos  de su vida, fue en aquel momento de retirada cuando alumbró la idea de responder a todas esas “incontables preguntas que me hicieran sobre la niñez, la adolescencia y la juventud, etapas que me convirtieron en revolucionario y combatiente armado”.

Nacía, de este modo, La victoria estratégica, obra en la que, asesorado por la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado de Cuba, trabajó durante meses después de su grave enfermedad y que fue presentada en La Habana en agosto del año 2010 ante un auditorio en que no faltaron algunos de los combatientes que acompañaron al comandante en la Sierra Maestra durante aquellos 74 días de “incesante combate” que acarrearían “el viraje estratégico de la guerra”, y que culminarían –tras cruzar “ríos desbordados, (…) luchando fatigosamente  para impedir que se nos mojara el parque, las armas, los obuses; buscando caballos y dejando los caballos cansados detrás; huyendo de las zonas pobladas a medida que nos alejábamos de las zonas pobladas; (…) sufriendo el ataque de plagas de mosquitos (…), comiendo poco y mal, bebiendo agua de ríos pantanosos…”, como nos relató en su día Ernesto Guevara– en la entrada victoriosa del Ejército Rebelde en Santiago de Cuba el 1 de enero de 1959.
"Para ir delante de los demás, se necesita ver más que ellos". (José Martí)

Aquella edición de 10.000 ejemplares presentada en su día también en Venezuela y Bolivia, con la participación de personajes como Guillermo Díaz, el primer campesino que se sumó a los expedicionarios del Granma –el célebre yate en el que los rebeldes llegaron desde México a las costas orientales de la isla principios de diciembre de 1956–, para iniciar la lucha armada, se ha convertido ahora, de la mano de Akal, en un volumen que recoge en edición conjunta, tanto esta obra como la continuación que Fidel anunció en aquellos días bajo el título La contraofensiva estratégica y que aparecería originalmente, de manera sorprendentemente rápida, poco tiempo después.

A través de testimonios de primera mano, entre los que se cuentan cartas, partes militares transmitidos por Radio Rebelde e intercambios de mensajes entre los jefes guerrilleros, quien se acerque a este voluminoso título podrá profundizar en la insólita gesta –otra cuestión es cómo se institucionalizase más tarde aquella heroica toma del poder– que protagonizaron un puñado de combatientes alzados en armas contra el gobierno de Fulgencio Batista –que, sin apenas vislusmbrar lo que se le venía encima, desplegaría  sin éxito hasta diez mil efectivos bien pertrechados sobre el terreno dentro de una operación bautizada como “FF” (Fin de Fidel)–, en el camino que había de llevar a los barbudos desde la Sierra Maestra hasta Santiago de Cuba.

Ilustrado con numerosas fotografías y reproducciones de documentos, el texto se acompaña de un completo material cartográfico que documenta al detalle las principales batallas así como la actividad del Ejército Rebelde, conformando un relato vívido y pormenorizado de unos hechos que habían de cambiar el curso de la historia del siglo XX.

jueves, 24 de enero de 2013

Ginger Ape Books rescata con la edición de ‘Historias de asesinos, tahúres, daifas, borrachos, neuróticas y poetas’ la obra del polémico escritor Luis Antón del Olmet



Historias de asesinos, tahúres, daifas, borrachos, neuróticas y poetas.
Autor: Luis Antón del Olmet.
Edición y estudio introductorio: Rubén López Conde.
Ginger Ape Books&Films. Col: Thompson&Thompson.
Formato: Rústica fresada sin solapas. 13 x 19’5 cm.
242 páginas.
PVP: 12’5€.
Fecha de publicación: noviembre de 2012

La literatura española de principios del siglo XX está repleta de personajes extraordinarios, criaturas novelescas –incluso noveladas– a las que la posteridad no siempre ha tratado con justicia, quedando sus obras sepultadas  bajo la montaña de anécdotas, chascarrillos y leyendas que se alzaron como una polvareda nada más caer su cuerpo sin vida sobre la lona.

Una de esas figuras –y el símil pugilístico en este caso no resulta nada forzado– fue el prolífico periodista y escritor bilbaíno Luis Antón del Olmet, emblemático representante de la vida literaria del primer tercio de siglo, cuyo “teatral” asesinato a manos de un joven autor anarquista en marzo de 1923, en lo que supuso uno de los grandes escándalos del mundillo artístico de su tiempo, terminaría devorando a quien ya en su tiempo llegaría a ser alabado por contemporáneos tan representativos como Gómez de la Serna o Manuel Machado.

El episodio, tantas veces recreado, a veces incluso al fondo de una descarnada semblanza, que no podemos tildar en cualquier de exagerada, como la que dibujó aquel otro singularísimo personaje que fue Pedro Luis de Gálvez –cuya memoria revitalizó Juan Manuel de Prada al convertirlo en protagonista de Las máscaras de héroe– , reunía todos los ingredientes para relegar la obra del menos afortunado de los protagonistas. La fecha, el 2 de marzo de 1923; el escenario, el saloncillo del Teatro Eslava de Madrid; la situación, el ensayo de la última obra teatral de la víctima, El capitán sin alma; el asesino, el joven colaborador de Olmet, el bohemio Alfonso Vidal y Planas; el motivo, desconocido y, por lo tanto, sujeto a las más morbosas lucubraciones.

Luis Antón del Olmet había destacado especialmente como periodista dirigiendo publicaciones tan importantes de su época como El Debate, El Parlamentario o la Revista Política, Parlamentaria y Financiera al tiempo que colaboraba, poniendo su pluma siempre al servicio del mejor postor, en los principales periódicos y revistas españoles. De su elasticidad política da cuenta una carrera de trepador profesional en las que se sirvió del chantaje, la extorsión, el soborno, la amenaza y la manipulación como un mecánico haría de la llave inglesa, el destornillador o los alicates. Eran sus armas de trabajo y Olmet siempre estuvo dispuesto a perfeccionar su arte aprendiendo a dar un nuevo golpe bajo. “El ideal de Antón del Olmet: el del billete grande”, que dijo Pedro Luis de Gálvez. El redomado sablista fue de este modo fundador del movimiento agrarista y anticaciquil Acción Gallega, diputado a Cortes por Almería con el Partido Conservador y casi consiguió serlo también representando en este caso a las izquierdas por el distrito de Verín. Germanófilo, primero y más tarde, cuando vinieron mal dadas, germanófilo, en su honor hay que decir que no sólo practicó un burdo maquiavelismo sino que él mismo se jugó el tipo en diversas ocasiones enviando padrinos en diversos lances. Aunque siempre nos quedará la duda razonable de si no tendría don Pedro Luis, quien lo conocía sobradamente, razón cuando dijo que siempre que el sujeto a zaherir no fuera un “tío de redaños”.

Con todos estos mimbres tal vez no tuviera que resultar extraño que, fuera por celos, despecho o por el afán de saldar una antigua deuda, acaso sentimental, el pistoletazo con que el inestable Vidal y Planas acabó con su atrabiliaria vida, no sólo pareciera dirigido a truncar la carrera de aquel hombre de 37 años, sino que supusiera el natural corolario a una vida digna de ser mil y una veces contada pero en la que fue abriéndose paso al precio de sembrar el camino de enemigos. Sin embargo, el caso es que a diferencia de otros tantos bohemios, como algunos escasos estudiosos han apuntado –es el caso  de Rafael Urbina o Sánchez Álvarez-Insúa– y como en fecha reciente el escritor y crítico José Luis García Martín nos recordaba, su obra no fue una anécdota más en una vida llena de ellas.

Y así lo confirma el volumen que la joven editorial andaluza Ginger Ape Books&Films nos acaba de presentar y que recoge una sobresaliente compilación de relatos breves aparecida en 1913 bajo el título original –en la presente edición parcialmente amputado– de Espejo de los humildes. Historias de asesinos, tahúres, daifas, borrachos, neuróticas y poetas, zurcidas para estímulo de probos y castigo de bellacos. En este volumen podremos encontrar la evidencia de que Olmet, no sólo fue, en palabras de Rubén L. Conde, responsable de la edición y autor del estudio introductorio, “un hampón de rompe y rasga, corrupto, pérfido y bronquista, rebajado por la fuerza superior de su genio turbulento a personaje central de un folletín de tintes siniestros”, sino además de todo lo anterior, un excelente escritor.

 Historias de asesinos, tahúres, daifas, borrachos, neuróticas y poetas, selección de cinco relatos o novelas cortas (no le sentaría mal para el caso el término “novella” que utilizan los italianos) que aparecieron por primera vez, entre 1910 y 1912, en aquellas imprescindibles revistas que fueron El Cuento Semanal y Los Contemporáneos, nos sitúa ante un escritor que vuelca en el terreno de la ficción todo el genio y la mordacidad que aplicaba a sus escritos polémicos, con preferencia naturalmente por el libelo, pero dispensando con igual maestría unas dosis de ternura y manejo de las emociones, que sólo pueden denotar el extraordinario conocimiento que del alma humana tenía quien apenas contaba por entonces con veintitantos años.

El dominio de una prosa de resonancias castizas y ecos en ocasiones marcadamente modernistas o la sensibilidad que vuelca hacia las clases desheredas, esa profunda humanidad que emerge de un hombre cuya fachada exterior no presenta ninguna grieta ni pareciera ser permeable al sentimentalismo, también destacan sobremanera de este conjunto heterogéneo –se ha dicho incluso que demasiado, achacándole una ausencia de personalidad propia, juicio al menos discutible–, pero es con igual justicia en la gestión del tempo narrativo y en la absorción que realiza de los principales movimientos literarios de su tiempo donde nos encontramos con un escritor en plena posesión del oficio.

Los terrores de la adolescencia en la atmósfera opresiva de un internado religioso, la dostoievskiana angustia del criminal, el lesbianismo latente entre dos jovencitas de la buena sociedad, o el tema del honor recreado en un ambiente gallego, son algunos de los motivos que un Olmet  “de pluma ágil y bravía, de prosa limpia, castiza y feraz”, en palabras de nuevo de Rubén L. Conde,  aborda en un conjunto del que destaca, por su pintoresquismo e irresistible hilaridad el relato “La verdad en la ilusión”, en el que valiéndose, en versión castiza, del fértil género de la distopía –parodiando, por tanto  al William Morris de Noticias de ninguna parte y adelantándose a la celebérrima novela de Huxley–, el personaje protagonista, trasunto del  autor teletransportado a un tecnificado porvenir, nos presenta su sarcástica visión de un tiempo avistado que no es más que la caricatura de un presente al que, con todos sus defectos y males, no quiere ni por asomo renunciar: un presente de hombres con nombre y apellidos en vez de números, de tormentas que se presentan sin avisar y que nos obligan a resguardarnos en el primer cafetín, de duros en los bolsillos, de boquerores y amontillado, de mujeres voluptuosas…

 “–Entonces, ¿cómo hacen ustedes el amor?
–Lícitamente. Nos acercamos a una mujer y le decimos: «Señorita, ¿se prestaría usted a tener conmigo un hijo varón, rubio, de ojos azules que llegue a ser, andando el tiempo, un gran matemático?»
–¿Y es posible anticipar esos detalles?
–Por completo. Admirables aparatos quirúrgicos, modernos rayos X de una potencia insospechada, sabias recetas, una verdadera esclavitud ejercida sobre el espermatozoide, lo previene todo, lo dispone todo. Precisamente ayer, por capricho, engendré un médico ilustre, un ingeniero eminente y un gran historiador.
–Lo felicito a usted, caramba. Yo me hubiera limitado a engendrar uno sólo, y para eso, ignorando si me saldría torero o sacristán”.

Cuando la recuperación de algunos de los agraviados por la historia oficial de la literatura parece abrirse paso de la mano, especialmente, de algunos pequeños sellos independientes, no podemos juzgar sino de atinadísima la iniciativa, para estímulo de probos y castigo de bellacos, de recuperar a este clásico olvidado de nuestras letras.
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