sábado, 30 de marzo de 2013

La seducción del yo: diarios, memorias, biografías y epistolarios nos descubren aspectos de la vida íntima de personajes como Thoreau, Dalí, Wagner o George Tabori



Dijo Doris Lessing, autora a su vez de Autobiografía. Un viaje por la sombra, hace algunos años: “Nos enfrentamos a un rechazo de la imaginación. Hay un deseo general de saber lo real, lo auténtico, lo que verdaderamente ha sucedido”. Tal vez esta cita constituya un buen pórtico a esta entrada, aunque igualmente podríamos encontrar ejemplos que pusieran en entredicho una afirmación que difícilmente podría alcanzar validez universal. Pero más allá del hecho de que nuestra realidad –y la literaria, particularmente– sea diversa, plural, heterogénea, es innegable que las declaraciones de Lessing apuntan a algo más que una tendencia descollante en nuestro tiempo.

Diarios, memorias, epistolarios, biografías, autoficción…

Nos interesan las vidas ajenas y, entre éstas, las vidas de escritores, artistas e intelectuales, por motivos que a nadie se le escapan, nos resultan doblemente atractivas. ¿Corremos el riesgo de llegar a escrutar la biografía de personajes cuya obra desconocemos o de la que sólo tenemos vagas referencias? ¿Nos ahorra la lectura de toda esta hojarasca íntima, el esfuerzo de enfrentarnos a pecho descubierto con obras con frecuencia ariscas, densas, impenetrables? Está claro que exageramos. Primero, porque ambas cosas con perfectamente complementarias y contribuyen a formarnos una idea más perfecta en su ínsita inexactitud de aquellas figuras cuyo talento reverenciamos. Y, por supuesto, porque ya sea a través de la mirada exógena de un paciente observador o por medio del rastro más o menos complaciente que estos personajes dejan al hablar con otros o con la posteridad, no estamos situados ante trabajos de segundo orden. Diarios como los de Kafka o Gide, autorretratos como el de Nietzsche en Ecce-Homo, memorias como las de Primo Levi, epistolarios como los de Mann o Hesse, biografías como la que BHL consagra a Jean-Paul Sartre, por traer una ínfima selección aquí, suponen testimonios capitales de nuestra cultura que no podemos ni remotamente desdeñar.

De modo que ya satisfagan nuestra ansia de curiosidad, un inconfesado vouyerismo, nuestra no menos natural proclividad a la mitomanía, un auténtico deseo de aprender o todo junto, las siguientes novedades tienen ingredientes sobrados para incitar al lector a su atenta ingesta. Aunque tal vez sería recomendable intercalar algo de ficción genuina entre plato y plato si no queremos exponernos a una intoxicación de yo. Recuerden que el ego son los otros.

El Diario (1837-1861).
Henry D. Thoreau.
Presentación de John R. Stilgoe y Damion Searls.
Traducción de Ernesto Estrella.
Capitán Swing.
Formato: rústica con solapas. 14x22cm.
372 páginas
PVP: 20 €.
Fecha de publicación: 1 de abril de 2013.

No resultaba fácil imaginar que Henry D. Thoreau (Massachusetts, 1817-1862) pudiera llegar a convertirse en uno de los protagonistas del panorama editorial español durante el curso 2012/2013. Pero es un hecho que, al menos, para una inmensa minoría, el suyo está siendo uno de los nombres de la temporada. Si hace unos meses Errata Naturae nos daba la oportunidad de conocer por primera vez en castellano en Cartas a un buscador de sí mismo la correspondencia que el autor de La desobediencia civil mantuvo con Harrison G. O. Blake, y donde reflexionaba sobre las más diferentes cuestiones de la vida, ahora es el también siempre sugestivo sello Capitán Swing el que hace que detengamos nuestra mirada en este pensador disidente, inspirador del moderno ecologismo y precursor de las letras estadounidenses.

La clave sigue siendo netamente personal, pero si cabe, cuando se trata de hablarse a sí mismo, más íntima. Thoreau comenzó a llevar un diario a los veinte años, y terminó rellenando catorce cuadernos y una recopilación que tituló “Fragmentos, o lo que el tiempo no ha cosechado de mis diarios”. Años más tarde, el escritor, editor y traductor Damion Searls seleccionó pasajes de este vasto mar de palabras, donde resplandece ya la fluidez que caracterizará a su prosa poética, para crear la edición en un solo volumen más amplia y coherente que se ha publicado nunca de una obra en la que se despliega la constante contemplación del autor de los ciclos, pautas y conexiones de la naturaleza, y en la que Thoreau analiza sus estados de ánimo, retrata a amigos y vecinos, condena la esclavitud y la destrucción del mundo vivo y se deleita, a través de paisajes de un lirismo arrebatador, en la belleza del entorno.

Dalí Joven, Dalí genial.
Ian Gibson.
Aguilar.
412 páginas.
Rústica hilo 15 x 24
PVP: 18,00 €.Ebook 9,99 €.
Fecha de publicación: 27 de marzo de 2013.

“¡Dígales que yo fui surrealista antes de conocer a Gala!”. Con solicitud tan imperiosa Salvador Dalí dio fin en 1986 a la emotiva entrevista concedida a Ian Gibson (Dublín, 1939), poco antes de su muerte. No le fallaba la memoria al pintor. Cuando aparece la Musa en 1929, Dalí, que entonces tenía 25 años, ya abrazaba con fanatismo el movimiento capitaneado por André Breton. El “Papa” del surrealismo, impresionado por el talento, la inteligencia y la estrafalaria personalidad del joven catalán, no había tardado en intuir que su aportación al movimiento, entonces en crisis, podía ser contundente. Y así sería.

De la mano de uno de los hispanistas más reconocidos de la actualidad, autor, entre otras, de una imprescindible biografía de Lorca (Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca), Dalí joven, Dalí Genial supone una introducción amena al pintor que ya para 1929 ha creado obras que figuran entre las más extraordinarias de toda su carrera y que nunca serán superadas. Gibson, que ya ha dedicado al artista trabajos como La vida desaforada de Salvador Dalí o Lorca-Dalí, el amor que no pudo ser, nos descubre las raíces ampurdanesas del biografiado antes de llevarnos en apasionante periplo a Barcelona, Madrid y París, trazando diestramente la trayectoria que, en diez años, lleva al figuerense desde el impresionismo hasta el surrealismo. El encuentro con Gala, y la compra al año siguiente de la barraca de pescadores al pie del cabo de Creus son otros de los jalones del itinerario que recorre el investigador irlandés en un libro en el que se traza la figura de aquel fabuloso Dalí joven cuya ambición es ser tan famoso, o más, que Picasso.

Auto de fe.
George Tabori.
Traducción de Juan de Sola.
Editorial Cómplices.
96 páginas.
Formato:14x21 cm.
PVP: 9.62€.
Fecha de publicación; marzo de 2013.

Dramaturgo, novelista, guionista y traductor, George Tabori (Budapest, 1914-Berlín, 2007) dedicó buena parte de su obra a temas como el de la muerte, que abordó de una forma entre brutal y estridente, haciendo gala de un surrealismo absurdo; o los totalitarismos, de manera particular al nazismo, fenómeno que llega a abordar con ironía y humor desde su condición de judío, rompiendo con el tabú establecido en su tiempo al llevar la cuestión del Holocausto a los escenarios teatrales.

Obra representativa de esto que venimos diciendo fue Mein Kampf, comedia de humor negro estrenada en Viena en 1987 en la que centró su atención en el joven Adolf Hitler, a quien retrata como alguien que se cree un gran artista pero que en el fondo no es sino un pintor miserable y a quien presenta viviendo en un albergue en Viena, donde traba amistad con un judío vendedor de biblias llamado Schlomo Herzl.

Convencido de que llanto y risa van siempre de la mano, Tabori nos retrata en Auto de fe los años de su infancia y su juventud con toques equilibrados de tristeza e ironía en un libro que, como se deduce desde las primeras líneas (“Según rumores inciertos alimentados por las mujeres de mi familia, yo no quería nacer”) presenta una sabia combinación entre poesía y vida. Las mujeres que le acompañaron, las mentiras sinceras de su hermano, el recuerdo imborrable de su padre –periodista asesinado en un campo de concentración nazi–, y un escenario centroeuropeo a punto de desaparecer se mezclan en estas memorias de gran intensidad emocional y literaria.

Cartas sobre Luis II de Baviera y Bayreuth.
Richard Wagner.
Edición, prólogo y traducción de Blas Matamoro.
Fórcola Ediciones. Colección Singladuras, nº 14
192 páginas.
PVP: 15,50 €
Fecha de publicación: enero de 2013.

La obra como compositor de Richard Wagner (1813-1883), en la que destacan especialmente sus “dramas musicales”, la más sublime plasmación de su proyectado “arte del porvenir” –allí donde, según Manuel Crespillo, se concreta el “único, solitario legado en que la modernidad reconoce la fortaleza de la ambigüedad contenida en la tragedia clásica”–  resulta incomparable. Pero el genio de Leipzig también fue, como certifican obras como El arte y la revolución u Ópera y drama, un brillante ensayista y teórico musical que desparramó su talento igualmente por su nutrida correspondencia, que abarca varios volúmenes.

Cuando en todo el mundo se celebra (ex aequo con Verdi) el bicentenario de su nacimiento, Fórcola ha tenido la gran idea de reunir en una edición preparada por el crítico y ensayista Blas Matamoro aquellas misivas escritas por Wagner desde 1864 hasta su muerte que tienen a Luis II de Baviera, figura decisiva dentro de su biografía,  y la materialización del gran proyecto de Bayreuth como ejes.

Familiares, como su hermana; amigas, como Eliza Wille; músicos y directores de orquesta, como Franz Liszt, Hans von Bülow o Hermann Levi; tenores, como Angelo Neumann, Ludwig Schnorr von Carolsfel o Franz Vess; y, por supuesto, el “virginal” y hamletiano Luis II de Baviera desfilan, de este modo, por un libro –que se completa con el texto La casa de los festivales escénicos de Bayreuth, que escribió Wagner con motivo del primer aniversario de la colocación de la primera piedra del nuevo teatro de la ópera, en  mayo de 1872– que al tiempo que aporta abundante material inédito hasta ahora en español, nos brinda una suerte de historia epistolar que radiografía la personalidad del músico, dejando caer numerosas observaciones sobre su estética, su filosofía musical y su ideología política en la madurez de su vida.

jueves, 28 de marzo de 2013

Alba Editorial reúne los ‘Cuentos Completos’ de Thomas Hardy en una cuidada edición que incluye relatos nunca publicados hasta la fecha en español




Cuentos completos.
Thomas Hardy.
Alba Editorial.  
Traducción de Catalina Martínez Muñoz, Javier Marías, Carlos Mayor, José Luis López Muñoz y Marta Salís.
Formato: tapa dura.
960 páginas.
PVP: 42€.
Fecha de publicación: marzo de 2013.

De Thomas Hardy (Dorchester, 1840 - Dorchester, 1928) conocemos, a pesar de que él siempre lo consideró como un género menor, singularmente su producción novelística. Títulos como El regreso del nativo, El alcalde de Casterbridge, Tess la de los d’Urberville, Jude el oscuro o Los habitantes del bosque, la favorita del autor y recientemente publicada, por primera vez en castellano, por Impedimenta, han pasado de este modo a ser ya verdaderos clásicos de las letras inglesas de la segunda mitad del  siglo XIX.

Sin embargo, no fue ni de lejos éste el único molde a través del que embridó su talento a lo largo de su prolífica carrera. De hecho, a pesar de la celebridad que sus novelas, a menudo tachadas de inmorales, le reportaron en su época, durante los últimos años de su vida, tras ver morir a su primera esposa después de tres décadas de convivencia y de volverse a casar, este hijo de un maestro de obras –quien le buscó su primer empleo como aprendiz con un arquitecto local que se dedicaba a restaurar iglesias antiguas– y de una  cocinera y sirvienta –que, no obstante, fue una mujer cultivada que le dio a conocer la obra de Virgilio o el Rasselas de Johnson–no sólo retomaría su pasión primera, la poesía, sino que se explayaría en otros territorios como el del drama épico, la autobiografía o el relato corto.
 
Precisamente, dentro del campo de la narrativa breve, que cosechó de manera intermitente desde sus primeros años, Hardy publicará cuatro libros de cuentos durante su vida–Cuentos de Wessex, Un grupo de nobles damas, Pequeñas ironías de la vida y Un hombre cambiado y otros relatos–, a los que habría que añadir algunas composiciones más, bien no publicadas bien aparecidas en revistas que, sin embargo, no llegaron a ser incorporadas finalmente en ninguno de sus libros.

Clara demostración de su ingenio y maestría narrativa a la hora de abordar la presentación de personajes y el manejo de las tramas, entre estos relatos inspirados en su mayoría por la tradición oral –y algunos de ellos publicados ahora por primera vez en español– figuran leyendas históricas, cuentos con elementos fantásticos, relatos de ingenio y astucia al estilo bocacciano y dramáticas historias en las que no faltan ni el desarraigo ni un manifiesto deseo de instrucción.

Para la elaboración de este gran trabajo, Alba Editorial, que cuenta dentro de su catálogo con una representativa muestra de títulos del autor, ha contado con traducciones de Catalina Martínez Muñoz, Javier Marías, Carlos Mayor, José Luis López Muñoz y Marta Salís.


  • Puede adquirir Cuentos Completos de Thomas Hardy aquí.
  • Otras obras de Thomas Hardy aquí.

miércoles, 27 de marzo de 2013

‘El yugo de la guerra’ de Leonid Andréyev (Berenice) y ‘El caballo negro’ de Borís Sávinkov (Impedimenta): la Europa en llamas del primer tercio del siglo XX hecha diario



En la corta vida de este blog nos hemos asomado con cierta frecuencia a la obra de una significativa muestra de escritores rusos. Motivos no han faltado. Tolstói, Ajmátova, Tsvetáieva, Shalámov, Grossman o, por citar a una destacadora autora de nuestros días, Anna Starobinets han estado felizmente de actualidad entre los lectores al protagonizar en los últimos tiempos nuevas y destacadas apariciones en castellano de parte de su imprescindible producción. Desde la segunda mitad del siglo XIX la literatura rusa siempre ha gozado de un reconocimiento planetario, pero puede que, con excepción de algunos años dentro del primer tercio de la pasada centuria, no haya atravesado un momento más dulce en España, lo que no resultaría factible sin la labor que están desempeñando una serie de esforzadas editoriales y de un grupo no menos destacado de traductores.

Hasta la fecha, sin embargo, no habíamos hecho mención a los dos siguientes escritores y no será porque, a pesar de no estar entre los más conocidos representantes de aquellas letras, su calidad esté ni mucho menos en entredicho. Ha querido, además, el azar de la industria cultural española que las dos novedades que brevemente vamos a presentarles ostenten algunas destacadas similitudes, lo que nos permite de paso comentarlas al mismo tiempo. Sólo ocho años mayor el primero, puede decirse que tanto Leonid Andréyev como Borís Sávinkov hollaron y se enfrentaron a la misma Rusia, a la misma dolorida Europa. Ambos fueron convencidos detractores del zarismo y también los dos conocieron de primera mano la carnicería que supuso la I Guerra Mundial. También uno y otro, pese a su izquierdismo, sufrieron en carne propia la persecución y el exilio por su oposición a los bolcheviques, aunque de más está decir que la manera en que le plantaron batalla tanto al derrocado como al nuevo y triunfante régimen fue bien distinta. Un último paralelismo debemos señalar, toda vez que en las dos obras que a continuación abordamos se sirvieron del diario como cauce de expresión: Andréyev para utilizando los testimonios de su hermano soldado, contarnos la vida en la retaguardia durante la Gran Guerra; Sávinkov, que también fue corresponsal durante el conflicto, para trasladarnos, mojando su pluma en su propia sangre revolucionaria, la suerte que corrió un grupo de expedicionarios blancos durante la guerra civil que asoló su país después de la Revolución de Octubre. Las diferencias son muchas más, claro está. Pero quedémonos, mejor, con un último parecido razonable. Si miras sus respectivas cubiertas un instante verás que desde las dos emerge un mismo mensaje. Dice: “léeme”.

El yugo de la guerra.
Leonid Andréyev.
Traducción de Rafael Torres Pavón.
Editorial Berenice.
Formato: rústica. 12,3 x 20 cm 
144 páginas.
Fecha de publicación: febrero de 2013.

¿Es la guerra capaz de borrar todo aquello que consideramos imborrable? ¿Puede el horror arrasar con todas aquellas verdades que juzgamos inherentes al ser humano? ¿Hasta qué punto podrá esta guerra, la primera a escala mundial, invertir el sentido de nuestras certezas? ¿De qué se trata? ¿Será ceguera moral, necedad o escapismo ante el miedo que le atenaza lo que afecta al protagonista? Estos y otros graves interrogantes recorren este clásico de las letras rusas escrito en 1916 y que, con traducción de Rafael Torres Pavón, recupera por estas fechas la cordobesa Berenice.

Subtitulada Confesiones de un pequeño hombre sobre los grandes días, El yugo de la guerra narra una impactante historia sobre la Primera Guerra Mundial, en la que se describe el horror de aquella Europa desmoronada y la miseria moral y humana a la que puede llegar el hombre en unas circunstancias tan estremecedoras, aportando a su vez interesantes reflexiones sobre cómo los hechos que le suceden al protagonista pueden cambiar los valores y los sentimientos de las personas.

Escrita en medio de una intensa actividad periodística y recibiendo las cartas desde el frente de su hermano Andrei, Leonid Andréyev (1871-1919), uno de los intelectuales europeos más combativos contra el conflicto y autor de un drama muy popular, Las tristezas de Bélgica, sobre la resistencia inicial a la invasión alemana, nos introduce en la retaguardia para contarnos, a través de un diario, la peripecia de un contable en San Petersburgo mientras arranca y se suceden los acontecimientos que dan lugar a uno de los mayores cataclismos del siglo.

Cuando apenas falta un año para que se conmemore el centenario del inicio del conflicto, el diario de Ilya Petrovich Dementiev, protagonista de la novela, supone en palabras de David González Romero, su editor, “una joya que nadie debería perderse, como las grandes novelas y relatos de Andréyev”. Y es que este autor, próximo al expresionismo, y que fuera integrante de la llamada Edad de Plata de la literatura rusa, pese a ser un gran desconocido, un “clásico maltratado”, en países como España supo dejar su huella en figuras tan relevantes de las letras europeas del pasado siglo como Kafka, Thomas Mann, Herman Hesse o el propio Milan Kundera.

A pesar de la celebridad literaria que llegó alcanzar en los primeros años de la centuria  y de su certificado antizarismo, como otros muchos de su generación y pese a sus esperanzas revolucionarias, Andréyev no conseguiría adaptarse al nuevo orden político tras la Revolución de Octubre pasando sus últimos años en la pobreza en su forzoso exilio en Finlandia.

El caballo negro.
En prisión.
Borís Sávinkov.
Traducción de Marta Rebón.
Introducción de Ferran Mateo
y de Marta Rebón.
Formato: rústica. 13x20 cm.
192 páginas.
PVP: 18,20€.

A diferencia del anterior, en su rechazo al régimen bolchevique Borís Sávinkov (Járkov, 1879 - Moscú, 1925) no se limitaría a emprender campañas de escritos denunciando sus excesos. Como nos advierte Ferran Mateo en la introducción, este “prototipo del superhombre nietzscheano pasado por el cedazo de Byron, personaje sacado de Los demonios de Dostoievski metido a escritor, fue un hombre de teatro total en un escenario llamado Europa, con una bomba en el bolsillo”.

Vástago de una familia acomodada con ínfulas artísticas y simpatías revolucionarias, Sávinkov estudió en Varsovia y más tarde en la facultad de Derecho de la Universidad de San Petersburgo, de la que sería expulsado por participar en varias algaradas estudiantiles. A partir de 1898 es ya un reconocido miembro de varias organizaciones de ideología socialista y sus actividades provocan su arresto y posterior exilio. En Vologda, donde se encuentra confinado, traba amistad con varios prominentes intelectuales de izquierdas, como Berdyaev o Lunacharski, abrazando definitivamente la lucha armada en pro de la revolución obrera, que le llevará a afiliarse al Partido Socialista Revolucionario.

Ideólogo de los atentados que costaron la vida a Vyacheslav von Plehve, cruel ministro del Interior del Zar, y al Gran Duque Sergei Alexandrovich, gobernador general de Moscú, y que le harán famoso en toda Rusia, Sávinkov será a condenado a muerte pero, previo paso por Rumanía, encontrará refugio en Francia. Allí, mezclado entre la bohemia parisina –llegó a codearse con Picasso, Cendrars o Apollinaire, para quienes era “nuestro amigo el asesino”–, publicará, antes de que estalle la primera guerra mundial su libro más famoso, también publicado por Impedimenta. Nos referimos a El caballo amarillo.

Corresponsal, como tantos otros grandes escritores de su tiempo durante el conflicto, en el frente francés retornará a Rusia para luchar por la Revolución, llegando a ser nombrado Ministro de la Guerra por Kerenski. Sin embargo, su disconformidad con los bolcheviques, le obligará a salir del país, en primera instancia, para a través de una treta (dentro de la llamada Operación Trust) de la policía secreta bolchevique, ser arrestado más tarde y condenado a muerte. A pesar de que la pena le será conmutada por diez años de prisión Sávinkov, que durante su encarcelación seguiría escribiendo, no cumpliría más de la mitad. Su enjaulamiento se le habría hecho insoportable y así, presumiblemente, se arrojó por la ventana de su celda de la Lubianka un 7 de mayo de 1925.

El caballo negro, inspirado en su experiencia de contrarrevolucionario, que le llevó a unirse a las tropas cosacas del general Piotr Krasnov que fracasaron en su intento de retomar Petrogrado, y a conspirar después con los aliados desde la por él mismo fundada Unión para la Defensa de La Patria y La Libertad,  narra en forma de diario la huida caótica y desesperada de un regimiento de voluntarios a través de la llanura rusa devastada por la guerra civil. Por su parte, En prisión, que acompaña a la presente edición, es un texto publicado póstumamente en Moscú en el que se describe la última etapa de la vida de este incendiario dandi, “el hombre más extraordinario que haya conocido”, en palabras de Somerset Maugham, cuyas Memorias de un terrorista, inspiraron a Albert Camus su drama Los justos.

Como aperitivo, dejamos aquí este estremecedor apunte del 3 de noviembre:

“Los pogromos, los pillajes y las violaciones están rigurosamente prohibidos. Bajo pena de muerte. Pero sé que ayer los hombres del segundo escuadrón jugaban a las cartas apostando relojes y anillos; que el capitán Zhgun saqueó una tienda judía; que los ulanos tienen dólares americanos; que en el bosque han encontrado el cadáver mutilado de una mujer. ¿Fusilar a los culpables? Ya he fusilado a dos.
Pero no puedo fusilar a la mitad del regimiento.”


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...