Dos noches.
Ennio Flaiano.
Traducción de Miguel Ros González.
Errata Naturae. Col. El Pasaje de los Panoramas.
Formato: 14× 21,5.
224 páginas.
PVP: 18,90 €
Fecha de publicación: 22 de octubre de 2012.
Formato: 14× 21,5.
224 páginas.
PVP: 18,90 €
Fecha de publicación: 22 de octubre de 2012.
Guionista de directores como Fellini –con
el que creó historias tan maravillosas como La dolce vita, Ocho y medio, Las
noches de Cabiria o Los inútiles–, Michelangelo Antonioni, Roberto Rossellini, Mario Monicelli o Dino Risi, entre otros, Ennio Flaiano (Pescara,
1910 – Roma, 1972) fue, como el propio Fellini manifestó, “un novelista
absolutamente extraordinario”.
Periodista, crítico de cine o dramaturgo,
ganador ya en 1947 del Premio Strega por su novela Tempo di uccidere, un
apasionado libro sobre su experiencia en Etiopía, donde cubrió la guerra entre los
años 1933 y 1936, su prestigio como narrador, muchas veces ensombrecido por su
faceta de guionista, se ha ido consolidando con los años y de su producción
destacan títulos a medio camino entre lo biográfico y personal–algunos de los
cuales Errata Naturae irá publicando en lo sucesivo–, como Diario nocturno, Il
gioco e il massacro o Diario de los errores.
En Dos noches se recogen dos novelas, centradas
en sendos escritores romanos que aparecen –nos indican sus editores– como el
derecho y el revés de un único yo disperso, escéptico y melancólico. O como el
propio Flaiano se encarga de recordarnos:
Los dos relatos de este libro son las caras de una misma moneda: van juntos, pero el uno se sorprendería de leer al otro, tan diferente. Un poco de experiencia nos enseña que par e impar están esculpidos en el mismo dado, y que tanto el drama como la farsa acompañan al personaje indeciso o, sencillamente, mediocre.
En el primero de ellos, La mujer de Fiumicino,
Graziano, es un periodista indolente de día y un escritor inédito de noche, con
auténtico terror a la página en blanco, seductor desastrosamente torpe a quien
sólo llega a serenar la tácita admiración de Dory Nelson, chica de compañía.
Una noche, mientras trata de cubrir la noticia de un avistamiento
extraterrestre a las afueras de Roma, es abducido por una alienígena dócil e
impasible que lo conduce hasta su nave nodriza. Comienza así una historia de
amor entre dos seres, qué duda cabe, muy distintos.
El descontento y un inquieto aburrimiento,
sin embargo, marcan la existencia de Adriano, protagonista de la segunda
novela. Se trata de un escritor a quien todo le parece “sin peso, evitable,
aburrido”, y que conduce desde Roma al santuario donde un amigo cineasta, un
tal Fellini, está rodando los exteriores de su próxima película, Las noches de
Cabiria. Más tarde, se trasladará a su casa de la costa. Adriano encuentra allí
la soledad de un litoral en el que se percibe “la calma, la profunda
voluptuosidad del tiempo”, pero en el que la inmovilidad de los siglos está
ahora contaminada por la negligencia y la fealdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario