El canto del cisne.
Edmund Crispin.
Traducción de José C. Vales.
Impedimenta.
Formato: 13 x 20 cm.
280 páginas.
Fecha de publicación: noviembre de 2012.
PVP: 19,95 €.
Cuentan en Impedimenta (que ha apostado decididamente por la producción de este
autor) que cuando se le preguntaba por sus aficiones a Edmund Crispin (Buckinghamshire,
1921 - Week, 1978), solía decir que lo que más le gustaba en el mundo era nadar,
fumar, leer a Shakespeare, escuchar óperas de Wagner y Strauss, vaguear y mirar
a los gatos. Por el contrario, sentía gran antipatía por los perros, las
películas francesas, las películas inglesas modernas, el psicoanálisis, las novelas
policíacas psicológicas y realistas, y el teatro contemporáneo.
Crispin, cuyo verdadero nombre era Bruce
Montgomery, dejó de escribir novelas en la década de los cincuenta, pero antes
de eso –y dedicarse a reseñar novelas de detectives y de ciencia ficción para
el Sunday Times– publicó nueve títulos protagonizados por el profesor de Oxford
y detective aficionado, Gervase Fen, excéntrico docente afincado en el ficticio
St. Christopher’s College y del que Impedimenta ya publicó (va por su quinta
edición) su obra maestra, La juguetería errante (1946).
Tras el éxito de este clásico de la novela
de detectives inglesa, considerado unánimemente como una de las cumbres
indiscutibles del género, vuelve ahora Gervase
Fen para resolver otro extraño crimen a puerta cerrada. Todo empieza en el momento
en que una encopetada compañía de ópera recala en Oxford para poner en marcha
la primera producción posbélica de Los maestros cantores de Núremberg, de
Wagner. En ese instante, la felicidad que reina en el ambiente pronto queda
ensombrecida por la aparición del odioso y molesto tenor Edwin Shorthouse. Todo
el mundo tiene un motivo personal para odiar con toda su alma a Shorthouse,
pero ¿quién de los presentes será tan torpe como para acabar con él ahorcándole
y apuñalándole en su propio camerino, cerrado por dentro?
Los “espantosos contratiempos” que se
narran en estas páginas, como los define el autor en la dedicatoria a Godfrey
Sampson (1902-1949) que abre la novela –este profesor de composición fue
precisamente quien le descubrió a Crispin Los maestros cantores “en aquellos
días en los que toda mi actividad musical [cito al que sería también durante su vida organista
y maestro de coro] consistía en intentar evitar las clases de piano”– se dejan
sentir en toda su hilaridad desde la primera frase de la novela, allí donde el
narrador pega su primera estocada: "Pocas criaturas hay en el mundo más estúpidas que un cantante".
He comprado hoy esta novela, son ninguna referencia. Voy a iniciar su lectura y he llegado hasta aquí buscando algo sobre el autor.
ResponderEliminarImpedimenta tiene mucho criterio en lo que edita.
Veremos al final si cumple el Sr. Edmund Crispin, o como apuntas Bruce Montgomery
Francisco Concepción