Veinte mil leguas de viaje submarino.
Jules Verne.
Ilustraciones de Agustín Comotto.
Traducción de Íñigo Jáuregui.
Traducción de Íñigo Jáuregui.
Nórdica Libros.
Formato: Cartoné. 16 x 22 cm.
408 páginas en color.
PVP: 29,50.
Formato: Cartoné. 16 x 22 cm.
408 páginas en color.
PVP: 29,50.
Hubo una época en que a Jules Verne (Nantes,
1828-Amiens, 1905) lo conocíamos todos como Julio Verne, en la que no había
niño con una mínima inquietud lectora que no conociera –que no devorara– libros
como Miguel Strogoff, Viaje al centro de la Tierra o, naturalmente, Veinte mil
leguas de viaje submarino.
En aquellos tiempos aún no sabíamos lo
que era la literatura infantil y juvenil pero nuestros –la mayoría de las veces–,
iletrados padres sospechaban que estos títulos tenían que ser los más propicios
para sus jóvenes pupilos. Nunca tendremos vida suficiente para agradecérselo.
Julio Verne regaló a aquellas
generaciones tan entretenidas aventuras, tan sugestivas epopeyas, tan penetrantes
y turbadoras imágenes que lo mínimo que podemos hacer nosotros es encender de
nuevo esa antorcha y pasársela a los que nos van siguiendo los pasos. Tal vez
así, estos se encuentren mejor preparados para asimilar algún día a aquel Verne
pesimista y oscuro, más de un siglo inédito, que no consiguió publicar en
vida –ante el temor de su editor a perder el prestigio (comercial) ganado con
la aparición de Cinco semanas en globo–, una obra como la desengañada distopía París en el siglo XX.
Considerado el fundador de la moderna
literatura de ciencia ficción, y tenido por muchos como una especie de adivino
al “predecir” en sus relatos la aparición de algunos de los productos generados
por el avance tecnológico del siglo XX –como los helicópteros, los submarinos o
las naves espaciales– es conocida la anécdota (desconozco si cierta) de que siendo todavía un niño se
escapó cierto día de su casa pensando en convertirse en grumete y más
tarde marinero de un mercante que viajaba a India llamado Coralie, con la
intención de comprar un collar de perlas para su prima Caroline, de quien
estaba enamorado. Sin embargo, fue tan prontamente atrapado y tanta la
vergüenza por lo efímero de su aventura, que juró solemnemente no volver a
viajar más que a través de su fantasía.
Así nacieron obras tan arraigadas en su
portentosa imaginación –en muchos casos también, como si aquella experiencia
infantil hubiese quedado en estado latente buscando ser sublimada años después,
con un protagonismo absoluto del mar– como Veinte mil leguas de viaje submarino,
obra narrada en primera persona por el profesor y biólogo francés Pierre
Aronnax, que es hecho prisionero por el Capitán Nemo y conducido por los
océanos a bordo del submarino Nautilus, en compañía de su criado Conseil y del
arponero canadiense Ned Land.
La edición que presenta Nórdica, además
de contar con una nueva traducción, incluye más de 50 ilustraciones de Agustín
Comotto (Buenos Aires, 1968) realizadas en exclusiva para este libro en un
proceso que le ha ocupado dos años de trabajo.
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