El octavo día de la semana.
Marek Hlasko.
Traducción y epílogo de Fernando Otero.
Automática Editorial.
296 páginas.
PVP: 22 €.
Fecha de publicación: noviembre de 2012.
A comienzos de este año, Automática
comenzó a darse a conocer en el mercado editorial español impulsada por una
"incontrolable pasión por la buena literatura”, y con la intención de aportar,
en sus propias palabras, “nuevos enfoques y experiencias diferentes por medio
de propuestas literarias originales y de revisiones, desde una óptica actual,
de obras descatalogadas que por su espíritu o temática siguen muy vigentes a
día de hoy”.
Hasta la fecha se han mantenido fieles a ese espíritu a través de la decena de títulos
que conforman su ecléctico catálogo, en el que destaca la presencia de autores como
Maksim Gorki, del que han publicado hasta tres obras (Infancia, Por el mundo y Mis universidades), Julien Green (El
viajero sobre la tierra) o Fernando Arrabal (La torre herida por el rayo), entre otros nombres menos conocidos
para el público en general de nuestro país. Es el caso de quien firma el último
de los trabajos aparecidos en este 2012, salido de la pluma del escritor polaco
Marek Hlasko, y cuya aparición hace unas semanas será el último bocado que
podamos echarnos a la boca de este interesante sello hasta que el próximo año,
allá por febrero, vuelvan a sorprendernos con su buen hacer.
Marek Hlasko (Polonia 1934–Alemania
1969), uno de los autores polacos más destacados del siglo XX, fue testigo tanto de los horrores bélicos como
de los años posteriores en un país destrozado, volcando en su literatura el amargo
fruto de estas experiencias. En El octavo día de la semana, que tan sólo hace unos días llegó a las librerías, este
escritor muy popular en su país a pesar de que murió, en
circunstancias aún por aclarar, con tan sólo 35 años en la ciudad alemana de Wiesbaden, nos ofrece
una antología de relatos a través de los que se nos permite escuchar las voces
de personajes enfrentados a circunstancias extremas que, muchas veces, los
conducen a refugiarse en la ironía, el cinismo o en una insolente rebeldía.
La literatura de Hlasko muestra de una
manera descarnada las deficiencias del Realismo Socialista, que él vivió en
carne propia al convertirse en un repudiado por el partido y ante la que se
rebeló evidenciando la constrictiva hipocresía a la que se pretende reducir la
creación literaria. Desde los dieciséis años el escritor concatenó una variada
serie de trabajos buscándose la vida hasta que en 1951 inicia su carrera como
escritor, que pronto lo transforma en una celebridad. Obras como El próximo en el Paraíso, Matando al segundo perro y El octavo día de la semana o relatos de
la talla de “El nudo corredizo”, “Una muchacha encantadora” o “El primer paso
en las nubes”, hicieron de Marek Hlasko la voz de una generación que no siempre
pudo abrirse paso en el propio suelo y que hoy más de cuatro décadas después de
su muerte vuelve a sonar de la mano del traductor (y autor del epílogo)
Fernando Otero, en español.
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