Lanark.
Una
vida en cuatro libros.
Alasdair Gray.
Traducción de Albert Solé.
Marbot Ediciones.
Formato: 13,5 x 21 cm.
752 páginas.
Fecha de publicación: mayo de 2013.
Aún no había alcanzado los veinte años,
tiempo en el que era estudiante de la Escuela de Arte de Glasgow, cuando Alasdair Gray (Glasgow,
1934) comenzó a escribir la que treinta años después terminaría convirtiéndose,
según ratificara The Guardian hace
algunos años, en uno de los hitos de la ficción novelesca del pasado siglo, todo un
acontecimiento literario que pronto sería elevado a la categoría de clásico.
Deudor de su característico estilo,
mezcla de realismo y distopía, Lanark
bebe de Kafka y del cómic americano, de la ciencia ficción y del naturalismo en
una a la vez sarcástica y crepuscular fábula que viene acompañada en la edición de Marbot del diseño original del autor
–cuya actividad plástica ha incluido desde murales en edificios públicos hasta
las fundas de discos, además de la ilustración de sus propios libros–, así como
de un apéndice incorporado por el propio autor en la edición de 2001 donde este
nacionalista escocés y republicano, “experimentador genuino, trasgresor de las
reglas de la prosa inglesa formal” en palabras del crítico y novelista David Lodge, expone en formato de
entrevista su compleja relación personal con un libro que es en buena medida
autobiográfico, al nutrirse de sus propias experiencias y que se ambienta
en gran parte en una extraña Glasgow, a medias vivida, a medias
apocalípticamente imaginada.
De hecho, no sólo la peripecia “terrenal”
del autor se parece mucho a la del protagonista, sino que los “cuatro libros”
del subtítulo –ordenados Tres, Uno, Dos, Cuatro, a lo que hay que añadir la
presencia de un prólogo antes del primer libro y de un epílogo cuatro capítulos
antes del final– siguen el rastro de una vida en el mundo que conocemos y unos
cuantos más a través de lo que supone una prolongada penitencia moral que
permite a este también dramaturgo, poeta y ensayista proyectar una gran alegoría
de nuestra sociedad que mereció nada menos que a Anthony
Burgess el siguiente juicio: “Ya tocaba que Escocia produjera una obra de
ficción excepcional… Aquí la tenemos.”
Alasdair Gray, recalará en España (Barcelona
y Mallorca son, en principio, sus paradas) a finales de mayo aprovechando su
visita para presentar también, además de las reediciones en castellano de estas
obras, la publicación por primera vez en catalán, de su primera colección de
relatos Historias
inverosímiles, en general, que publicará en las próximas semanas Rayo Verde. Lanzado apenas un par de años después de la
revelación que supuso Lanark e ilustrado
también por el propio Gray, el libro vuelve a gravitar sobre la estructura
jerárquica de la sociedad, presentada en esta ocasión a través del culto a los
osos, la explotación industrial de los patos, la construcción de obras
faraónicas o la lingüística del siglo XVIII. En un artículo publicado a raíz de
la edición en Estados Unidos de esta obra y de su novela 1982, Janine titulado “El
impulso de ultrajar” el escritor Jonathan
Baumbach al tiempo que destacaba el carácter alegórico de los relatos,
apuntaba que “Alasdair Gray es un rebelde que lucha de forma desesperada contra
la tiranía interiorizada”, constituyendo sus Historias “violentos gestos de libertad estética y moral, unos
melancólicos, y a veces extáticos chirridos de cadenas, un perseverar -mediante
el ejemplo de su humor, energía y belleza- en la trascendencia de la
imaginación”.
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