El
anticristo.
Joseph Roth.
Traducción de José Luis Gil Aristu.
Presentación de Ignacio Vidal-Folch.
Capitán Swing.
Formato: rústica con camisa. 13x21cm.
236 páginas.
Formato: rústica con camisa. 13x21cm.
236 páginas.
PVP: 16€.
Fecha de publicación: abril de 2013.
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“Cuando el ser humano es perseguido por
el odio y la desgracia no mejora sino que se vuelve todavía peor”. Estas
palabras de El Anticristo bien
podrían condensar el espíritu de esta obra, híbrido de novela, ensayo y memorias
que Roth escribió inmediatamente después del ascenso del nazismo y que ahora
recupera Capitán Swing
manteniendo la traducción de José Luis Gil Aristu y la introducción de Ignacio Vidal-Folch que presentaba
la edición anterior, a cargo de Península.
JR, un homólogo ficticio de Roth, es un
periodista contratado por un magnate de los medios de comunicación, encargado
de informar sobre las emanaciones del Anticristo en todo el mundo, en sus
diversas caracterizaciones: la técnica, el nacionalismo, el patriotismo, el
comunismo, la Iglesia católica, la urbe moderna e incluso el cinematógrafo, al
que veía como un truco de magia negra para sustituir la vida real por un limbo
hipnótico e ilusorio. De este modo, la figura del Anticristo, el maligno, el
tergiversador, no tiene tanto que ver, como nos recuerdan sus editores, con
la religión (lo que lo aleja de su más obvio referente, Nietzsche y lo
aproxima, salvando todas las debidas distancias, a los frankfurtianos) como con
la desintegración moral del mundo moderno, constituyendo un alegato
moral contra la barbarie de una modernidad industrial y
deshumanizante escrito desde la desesperación y el pesimismo, de quien ,
pese a todo, se resigna a aceptar la derrota.
“Ningún corresponsal –decía Roth al final
de un artículo publicado en el Pariser Tageblatt y que sirvió para dar
nombre a una extraordinaria recopilación de textos publicada el pasado otoño
por Acantilado– puede hacer frente a un país en el que, por primera vez desde
la creación del mundo, no sólo se producen anomalías físicas, sino también
metafísicas: ¡monstruosas creaciones del infierno! Tullidos que corren;
incendiarios que se prenden fuego a sí mismos; fratricidas que son hermanos de
asesinos; demonios que se muerden su propio rabo. Es el séptimo círculo del
infierno, cuya filial en la tierra lleva por nombre Tercer Reich”.
El tono parabólico, escatológico, vuelve,
pues, a estar más presente que nunca en esta obra escrita poco tiempo después
de aparecer una de sus más célebres títulos, La marcha Radetzky –donde relataba la
decadencia de aquel imperio multiétnico con capital en Viena a través de los
acontecimientos que viven tres generaciones de una misma familia–por un autor
que, debido a su ascendencia judía (aunque él era católico y un fiel defensor
de la monarquía austrohúngara), debería iniciar un exilio forzoso por Europa que
terminaría llevándolo a París, en cuyo cementerio de Thiais reposan sus restos.
Roth, paradigmático representante de la vieja Europa de entreguerras, que
coqueteó con las ideas socialistas durante su juventud y que con toda justicia
pertenece a esa estirpe de grandes narradores centroeuropeos de su tiempo, que
integran nombres como Musil, Broch o su amigo Zweig.
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