Dijo Doris Lessing, autora a su vez de Autobiografía. Un viaje por la sombra,
hace algunos años: “Nos enfrentamos a un rechazo de la imaginación. Hay un
deseo general de saber lo real, lo auténtico, lo que verdaderamente ha sucedido”. Tal vez esta cita constituya un buen
pórtico a esta entrada, aunque igualmente podríamos encontrar ejemplos que pusieran
en entredicho una afirmación que difícilmente podría alcanzar validez
universal. Pero más allá del hecho de que nuestra realidad –y la literaria,
particularmente– sea diversa, plural, heterogénea, es innegable que las
declaraciones de Lessing apuntan a algo más que una tendencia descollante en
nuestro tiempo.
Diarios, memorias, epistolarios,
biografías, autoficción…
Nos interesan las vidas ajenas y, entre
éstas, las vidas de escritores, artistas e intelectuales, por motivos que a
nadie se le escapan, nos resultan doblemente atractivas. ¿Corremos el riesgo de
llegar a escrutar la biografía de personajes cuya obra desconocemos o de la que
sólo tenemos vagas referencias? ¿Nos ahorra la lectura de toda esta hojarasca
íntima, el esfuerzo de enfrentarnos a pecho descubierto con obras con
frecuencia ariscas, densas, impenetrables? Está claro que exageramos. Primero,
porque ambas cosas con perfectamente complementarias y contribuyen a formarnos
una idea más perfecta en su ínsita inexactitud de aquellas figuras cuyo talento
reverenciamos. Y, por supuesto, porque ya sea a través de la mirada exógena de
un paciente observador o por medio del rastro más o menos complaciente que
estos personajes dejan al hablar con otros o con la posteridad, no estamos
situados ante trabajos de segundo orden. Diarios como los de Kafka o Gide,
autorretratos como el de Nietzsche en Ecce-Homo,
memorias como las de Primo Levi, epistolarios como los de Mann o Hesse,
biografías como la que BHL consagra a Jean-Paul Sartre, por traer una ínfima
selección aquí, suponen testimonios capitales de nuestra cultura que no podemos ni remotamente desdeñar.
De modo que ya satisfagan nuestra ansia
de curiosidad, un inconfesado vouyerismo, nuestra no menos natural proclividad
a la mitomanía, un auténtico deseo de aprender o todo junto, las siguientes
novedades tienen ingredientes sobrados para incitar al lector a su atenta ingesta.
Aunque tal vez sería recomendable intercalar algo de ficción genuina entre
plato y plato si no queremos exponernos a una intoxicación de yo. Recuerden que
el ego son los otros.
El
Diario (1837-1861).
Henry D. Thoreau.
Presentación de John R. Stilgoe y Damion
Searls.
Traducción de Ernesto Estrella.
Traducción de Ernesto Estrella.
Capitán Swing.
Formato: rústica con solapas. 14x22cm.
372 páginas
372 páginas
PVP: 20 €.
Fecha de publicación: 1 de abril de 2013.
No resultaba fácil imaginar que Henry D. Thoreau (Massachusetts,
1817-1862) pudiera llegar a convertirse en uno de los protagonistas del panorama
editorial español durante el curso 2012/2013. Pero es un hecho que, al menos,
para una inmensa minoría, el suyo está siendo uno de los nombres de la
temporada. Si hace unos meses Errata
Naturae nos daba la oportunidad de conocer por primera vez en castellano en
Cartas a un buscador de sí mismo la
correspondencia que el autor de La
desobediencia civil mantuvo con Harrison G. O. Blake, y donde
reflexionaba sobre las más diferentes cuestiones de la vida, ahora es el
también siempre sugestivo sello Capitán
Swing el que hace que detengamos nuestra mirada en este pensador disidente,
inspirador del moderno ecologismo y precursor de las letras estadounidenses.
La clave sigue siendo netamente personal,
pero si cabe, cuando se trata de hablarse a sí mismo, más íntima. Thoreau comenzó
a llevar un diario a los veinte años, y terminó rellenando catorce cuadernos y
una recopilación que tituló “Fragmentos, o lo que el tiempo no ha cosechado de
mis diarios”. Años más tarde, el escritor, editor y traductor Damion Searls
seleccionó pasajes de este vasto mar de palabras, donde resplandece ya la fluidez
que caracterizará a su prosa poética, para crear la edición en un solo volumen
más amplia y coherente que se ha publicado nunca de una obra en la que se
despliega la constante contemplación del autor de los ciclos, pautas y
conexiones de la naturaleza, y en la que Thoreau analiza sus estados de ánimo,
retrata a amigos y vecinos, condena la esclavitud y la destrucción del mundo
vivo y se deleita, a través de paisajes de un lirismo arrebatador, en la
belleza del entorno.
Dalí
Joven, Dalí genial.
Ian Gibson.
Aguilar.
412 páginas.
Rústica hilo 15 x 24
PVP: 18,00 €.Ebook 9,99
€.
Fecha de publicación: 27 de marzo de
2013.
“¡Dígales que yo fui surrealista antes de
conocer a Gala!”. Con solicitud tan imperiosa Salvador Dalí dio fin en 1986 a
la emotiva entrevista concedida a Ian Gibson (Dublín, 1939), poco antes de su
muerte. No le fallaba la memoria al pintor. Cuando aparece la Musa en 1929,
Dalí, que entonces tenía 25 años, ya abrazaba con fanatismo el movimiento capitaneado
por André Breton. El
“Papa” del surrealismo, impresionado por el talento, la inteligencia y la
estrafalaria personalidad del joven catalán, no había tardado en intuir que su
aportación al movimiento, entonces en crisis, podía ser contundente. Y así
sería.
De la mano de uno de los hispanistas más
reconocidos de la actualidad, autor, entre otras, de una imprescindible
biografía de Lorca (Vida, pasión y muerte
de Federico García Lorca), Dalí
joven, Dalí Genial supone una introducción amena al pintor que ya para 1929
ha creado obras que figuran entre las más extraordinarias de toda su carrera y
que nunca serán superadas. Gibson, que ya ha dedicado al artista trabajos como La vida desaforada de Salvador Dalí o Lorca-Dalí, el amor que no pudo ser, nos
descubre las raíces ampurdanesas del biografiado antes de llevarnos en
apasionante periplo a Barcelona, Madrid y París, trazando diestramente la
trayectoria que, en diez años, lleva al figuerense desde el impresionismo hasta
el surrealismo. El encuentro con Gala, y la compra al año siguiente de la
barraca de pescadores al pie del cabo de Creus son otros de los jalones del
itinerario que recorre el investigador irlandés en un libro en el que se traza
la figura de aquel fabuloso Dalí joven cuya ambición es ser tan famoso, o más,
que Picasso.
Auto
de fe.
George Tabori.
Traducción de Juan de Sola.
Editorial Cómplices.
96 páginas.
Formato:14x21 cm.
Formato:14x21 cm.
PVP: 9.62€.
Fecha de publicación; marzo de 2013.
Dramaturgo, novelista,
guionista y traductor, George Tabori
(Budapest, 1914-Berlín, 2007) dedicó buena parte de su obra a temas como el de
la muerte, que abordó de una forma entre brutal y estridente, haciendo gala de un
surrealismo absurdo; o los totalitarismos, de manera particular al nazismo, fenómeno
que llega a abordar con ironía y humor desde su condición de judío, rompiendo
con el tabú establecido en su tiempo al llevar la cuestión del Holocausto a los
escenarios teatrales.
Obra
representativa de esto que venimos diciendo fue Mein Kampf, comedia de humor negro estrenada en Viena en 1987 en la
que centró su atención en el joven Adolf Hitler, a quien retrata como alguien
que se cree un gran artista pero que en el fondo no es sino un pintor miserable
y a quien presenta viviendo en un albergue en Viena, donde traba amistad con un
judío vendedor de biblias llamado Schlomo Herzl.
Convencido de que llanto y risa van
siempre de la mano, Tabori nos retrata en Auto
de fe los años de su infancia y su juventud con toques equilibrados de
tristeza e ironía en un libro que, como se deduce desde las primeras líneas (“Según rumores
inciertos alimentados por las mujeres de mi familia, yo no quería nacer”) presenta una sabia combinación entre
poesía y vida. Las mujeres que le acompañaron, las mentiras sinceras de su
hermano, el recuerdo imborrable de su padre –periodista asesinado en un campo
de concentración nazi–, y un escenario centroeuropeo a punto de desaparecer se
mezclan en estas memorias de gran intensidad emocional y literaria.
Cartas
sobre Luis II de Baviera y Bayreuth.
Richard Wagner.
Edición, prólogo y traducción de Blas Matamoro.
Fórcola Ediciones. Colección Singladuras,
nº 14
192 páginas.
PVP: 15,50 €
Fecha de publicación: enero de 2013.
La obra como compositor de Richard Wagner (1813-1883), en la que destacan
especialmente sus “dramas musicales”, la más sublime plasmación de su
proyectado “arte del porvenir” –allí donde, según Manuel Crespillo, se concreta
el “único, solitario legado en que la modernidad reconoce la fortaleza de la
ambigüedad contenida en la tragedia clásica”–
resulta incomparable. Pero el genio de Leipzig también fue, como
certifican obras como El arte y la
revolución u Ópera y drama, un
brillante ensayista y teórico musical que desparramó su talento igualmente por
su nutrida correspondencia, que abarca varios volúmenes.
Cuando en todo el mundo se celebra (ex aequo con Verdi) el bicentenario de
su nacimiento, Fórcola ha tenido la
gran idea de reunir en una edición preparada por el crítico y ensayista Blas Matamoro aquellas misivas
escritas por Wagner desde 1864 hasta su muerte que tienen a Luis II de Baviera, figura
decisiva dentro de su biografía, y la
materialización del gran proyecto de Bayreuth como ejes.
Familiares, como su hermana; amigas, como
Eliza Wille; músicos y directores de orquesta, como Franz Liszt, Hans von Bülow
o Hermann Levi; tenores, como Angelo Neumann, Ludwig Schnorr von Carolsfel o
Franz Vess; y, por supuesto, el “virginal” y hamletiano Luis II de Baviera
desfilan, de este modo, por un libro –que se completa con el texto La casa de los festivales escénicos de
Bayreuth, que escribió Wagner con motivo del primer aniversario de la
colocación de la primera piedra del nuevo teatro de la ópera, en mayo de 1872– que al tiempo que aporta
abundante material inédito hasta ahora en español, nos brinda una suerte de
historia epistolar que radiografía la personalidad del músico, dejando caer
numerosas observaciones sobre su estética, su filosofía musical y su ideología
política en la madurez de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario