Cuando no quede sitio en el Infierno.
George A. Romero.
Luis Pérez Ochando.
Akal.
Formato: 15,5x21 cm.
192 páginas.
PVP: 12€.
Fecha de publicación: febrero de 2013.
Los espectadores, en su mayoría niños y
adolescentes, que el 1 de octubre de 1968 se acercaron al Fulton Theater de
Pittsburgh para asistir al estreno de La
noche de los muertos vivientes no tenían ni idea de lo que estaban a punto
de presenciar. Acostumbrados como estaban a
disfrutar de pelis de terror en las matinés de los domingos, y a falta de un
mes para que entrara en vigor el MPAA
rating que calificaba por edades la aptitud de los filmes, la conmoción fue
mayúscula cuando se enfrentaron a aquella “orgía de sadismo” como la definió en
las semanas siguientes algún colaborador de la revista Variety. La calidad de los gritos, las lágrimas, los estremecedores
silencios que inundaron la sala eran la prueba de que acababan de ver algo más
que una peli de terror entre otras. Muchos de aquellos jóvenes no olvidarían
aquella hora y media de delirantes imágenes en blanco y negro en mucho tiempo.
Inspirándose en la novela de ciencia
ficción de Richard Matheson Soy leyenda,
a la que supo darle un sorprendente giro de tuerca y con un presupuesto de
apenas 114.000 dólares –que terminaría generando en taquilla la nada
despreciable cantidad de 30 millones en todo el mundo–, George A. Romero, a
pesar de la recepción en ocasiones cruel que le tributó la prensa al filme en
un primer momento, consiguió con esta historia en la que un variopinto grupo de
humanos trata de resistir en una cabaña el asedio de esas legiones de muertos
vivientes que cada vez en mayor número se agolpan junto a la puerta, iniciar una carrera que en parte gracias a este primer
largo le llevaría a convertirse en un cineasta de culto, aclamado por millones
de espectadores e incluso respetado por la crítica.
Sin embargo, a pesar de la influencia que
la obra del considerado como padre del cine de zombis (esta palabra no es
utilizada, sin embargo, en ninguna ocasión en el filme, apareciendo en
sustitución el término ghoul) tuvo en
las décadas siguientes, que no se reduce a este clásico ni a sus secuelas ni se
limita a un subgénero, y de lo que supusieron sus películas como radiografías de
una época determinada –de hecho la propia La
noche de los muertos vivientes está considerada por muchos como una cinta
subversiva que critica diferentes aspectos de la sociedad estadounidense, la
Guerra Fría, Vietnam o el racismo– sorprende que, especialmente en el mundo de
habla hispana, y pese a descender de hispanocubanos, Romero siga siendo un
cineasta relativamente poco conocido.
Con el propósito de rellenar esa laguna
el especialista en cine de terror y cofundador de L'Atalante. Revista de
estudios cinematográficos, Luis Pérez Ochando, nos ofrece en Cuando no quede sitio en el Infierno –
frase con la que se promocionó en su día la Dawn
of the Dead o El amanecer de los
Muertos–, un completo análisis de la filmografía del realizador, publicado
por Akal, en el que desglosa las claves temáticas y estéticas de un cine tan desasosegante
como personal que ha pasado a formar parte del acervo popular del siglo XX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario