También lo pensamos nosotros pero no, no es Forges a punto de desenfundar un rotu, sino Hunter S. Thompson, el creador del periodismo 'gonzo'. |
Dijo Gay Talese no hace mucho en una entrevista concedida tras la publicación de su autobiografía Vida de un escritor: “Los periodistas hoy son como pájaros intercambiando la misma semilla. Como palomas en la calle, todos comen lo mismo, beben de la misma fuente. Son alimentados por el Gobierno, organizaciones con sus intereses. Yo me mantuve y mantengo alejado de todo eso. Yo quiero ir al lugar de los hechos y ver a las personas, verlas con mis propios ojos”.
Estas palabras del gran gurú del
periodismo contemporáneo, al contrario de lo que algunos de un modo un tanto
superficial pudieran suponer, no son ajenas a las reflexiones que muchos otros
compañeros de profesión, especialmente aquellos menos acostumbrados a pisar
moqueta, se vienen haciendo de un tiempo a esta parte. Así, puede apreciarse
que mientras más ácida se vuelve la crítica contra los medios de comunicación
en la sociedad y más precario se vuelve el oficio por mor de la actual crisis
económica; mientras más tocada se encuentra la credibilidad de todo un gremio ante
la sospecha, con frecuencia más que justificada, de generalizada connivencia con
los poderes políticos y corporativos; y más debilitada se muestra la figura del
mediador tradicional en esta sociedad en red en la que no falta precisamente la
información (o algo que se le parece), más da la sensación de estar resurgiendo
un discurso crítico nacido de las propias entrañas de la profesión que
sintoniza perfectamente con la cita traída al inicio.
No hablamos aquí, pues merecería un capítulo aparte, de aquellos que de manera corriente se exponen a perder la vida a lo largo y ancho del mundo
defendiendo el derecho a la información en los más terribles escenarios, sino
del modo en que dentro de esta sociedad espectacular los nuevos medios no convencionales, especialmente, aunque no de
forma exclusiva, a través de toda una serie de diarios y revistas digitales, han
venido en los últimos tiempos en Occidente a reivindicar los amenazados valores del
periodista, un trabajador que no goza, según confirman las encuestas, de las
simpatías de buena parte de los ciudadanos –quienes tienden a considerar su
labor como opaca, cuando no directamente como tendenciosa y sumisa– y que debe
intentar conciliar de una manera tantas veces inalcanzable los intereses de sus
empresas con las demandas de los ciudadanos, sin renunciar a ejercitar de una
manera éticamente irreprochable su compromiso con los principios que cimentan
su tarea. Ya.
Es tiempo, pues, si no queremos que la
“destrucción creadora” shumpetereana sólo tenga en cuenta la primera parte de la cláusula, de
replantearlo todo. Al fin y al cabo, como señalan Laurent Beccaria y Patrick de
Saint-Exupéry en “Otro periodismo es posible. Manifiesto XXI”, un soberbio texto
publicado esta semana en FronteraD:
“Y si estuvieran equivocados? ¿Y si la “conversión digital” fuera una trampa
mortal para los periódicos? ¿Y si los directivos de la prensa mundial se
equivocaron al invertir a diestra y siniestra en las aplicaciones, sitios web y
redacciones multimedia? ¿Y si las fantasiosas cifras de páginas vistas y la
extraordinaria concurrencia de los títulos de prensa transformados en “marcas
mediáticas” fueran una estafa?”
No es únicamente a través de artículos,
ensayos o estudios más o menos académicos como se articula esta revisión del
papel de la prensa. En jornadas, seminarios y congresos no cesa de analizarse
su estado ante los nuevos retos que se le plantean. A veces el tono que
predomina entre los participantes de estos encuentros es lúdico. Total, son
cuatro días, y a través de las redes sociales no resulta difícil crear una
atmósfera de entrañable compañerismo canalla. Es una forma de compensar el que
en los salones de actos, paraninfos y auditorios no se fume. En 140 caracteres
los chistes han de ser forzosamente buenos y, ciertamente, no falta
creatividad. Pero, no debemos engañarnos. Los tiempo son “interesantes”, qué
duda cabe, pero el escenario, sombrío.
Cientos de periodistas son despedidos cada día en todo el mundo mientras
las facultades no dejan de fabricar futuros nuevos parados. Y lo que es peor. A
la mayor parte de los hipotéticos consumidores de información esto no parece
importarles lo más mínimo. Cualquier persona alfabetizada o sin alfabetizar con
acceso a internet se siente un periodista en potencia. ¡Qué en potencia! Un
Clark Kent capaz de twittear sobre la crisis palestina mientras rescata a un
vagón de osos panda camino del zoológico a punto de descarrillar. Está claro
que no les incomoda el hecho de que, a este ritmo, con el tráfico como karma y con los anunciantes en fuga, sin nadie dispuesto a pagar un céntimo por lo que tampoco ha pedido llegue un momento, antes que tarde, en el que,
como ya ha pronosticado algún gurú del periodismo automatizado, nueve de cada
diez noticias publicadas en la prensa sean generadas por ordenadores. Al fin y
al cabo, los lectores no serán capaces de notar la diferencia. ¿O sí?
Levantar diques a la corriente digital no
parece un reto fácil de encarar. Pero la resistencia no ha desaparecido. Es
cuestión de supervivencia. Medios independientes y comprometidos con la calidad
de los contenidos al tiempo que con la realidad de su tiempo trabajan con la
ilusión de reemplazar los grandes presupuestos de la prensa tradicional por el
rigor a la hora de abordar una serie de temas, esto es, apostando por profundizar
en una serie de parcelas de la vida pública antes que por la caza
indiscriminada de noticias dispersas y obsolescentes. Se trata de plantarle
cara a la “necesidad de lo urgente”, a la diseminación viral, sin que la
“fantástica creatividad de la redacción”, en palabras de Joshua Prager (Wall Street Journal) termine asfixiada. A su vez, al tiempo que una serie de maestros
del periodismo (ya provengan del mundo anglosajón o del ámbito hispano, como
los Chaves Nogales, Camba, Pla, etc.) comienzan a ser recuperados, no escasean tampoco
en su compromiso con el tiempo presente los ejemplos que nos brindan una serie
creciente de editoriales a la hora de dar salida a la publicación tanto de
grandes crónicas contemporáneas como de heterogéneas recopilaciones de
artículos. El denostado –por en teoría poco rentable– género del reportaje
vuelve a resurgir en los márgenes de las grandes redacciones. E incluso, lo que
supone quizá la prueba más palpable del interés que el periodismo despierta
actualmente –aunque no deja de ser un evidente peligro–, no faltan los casos en
los que es el propio periodista el que termina centrando el interés, cambiando
su papel de observador por el de noticia.
Evidentemente, nada de este boom sería posible si no existiera una
demanda real en la sociedad de este tipo de textos por parte de un lector
exigente y escéptico con la realidad que le muestran los grandes grupos
mediáticos, estableciéndose así una especie de círculo virtuoso que se
retroalimenta y que esperamos pueda ir ensanchando sus márgenes, ampliando progresivamente
su esfera de influencia. Sería señal de que somos conscientes de lo que está en
juego. Pues si la rentabilidad social de estos proyectos, qué duda cabe, es
alta, resta por demostrar que su viabilidad económica también pueda alcanzarse
para que cada vez más lectores podamos disfrutar de novedades, en el campo de
los mass media o en el cada vez más
interconectado sector editorial, como las que, a modo de miscelánea, repasamos
a continuación y que suponen una representativa muestra dispuesta sobre las mesas de novedades de cuanto hemos tratado
de al menos esbozar.
Campos
de amapola antes de esto.
Lolita Bosch.
El Aleph Editores.
Formato: 21,50x14cm.
320 páginas.
PVP: 20€.
Fecha de publicación: 20 de marzo de
2013.
La barcelonesa Lolita Bosch, directora desde 2010 del
portal por la paz de México Nuestra
Aparente Rendición, y considerada como una de las personas mejor informadas
sobre la violencia creciente en aquel país, que ha sido su casa durante muchos
años, nos cuenta incisiva a la vez que poéticamente en Campos de amapola antes de esto cómo el narcotráfico creció y se
extendió por México con la complicidad de los políticos y las autoridades.
Apoyada en fuentes, investigaciones,
testimonios de las víctimas y entrevistas, esta escritora en castellano y
catalán cuya obra ha sido traducida a idiomas como el polaco, el alemán, el
inglés, el croata o el francés, examina la transformación del país americano a
través de las vidas de las personas que dirigieron el comercio de la droga
desde principios del siglo XX hasta el día de hoy.
Campos
de amapola antes de esto
es el resultado de ocho años de aproximación al mundo de la mafia;
una mirada a la guerra, pero también a la paz y supone un relato imprescindible
sobre la historia de la violencia en México y, en último término, sobre la
posibilidad de que este mal pudiera darse en casi cualquier otro lugar del
mundo, casi en cualquier otro momento.
El
último dinosaurio.
Hunter S. Thompson.
Traducción de Teresa Lanero.
Prólogo de Chus Neira.
Gallo Nero.
Formato: 14x19cm.
Fecha de publicación: marzo de 2013.
PVP: 21€.
En 1971, con la publicación de Miedo y asco en Las Vegas, el extravagante
creador del periodismo gonzo –ese sub-género reporteril del llamado nuevo
periodismo que plantea abordar la noticia hasta el punto de influir en
ella, convirtiendo al periodista en parte de la historia–, Hunter S. Thompson, quien ya
en 1966, con Los Ángeles del Infierno,
Thompson, cuyos escritos, audaces y satíricos, representan en su conjunto
una dura crítica a la cultura estadounidense, había demostrado tener un
misterioso instinto para situarse en el epicentro de los grandes
acontecimientos sociopolíticos de su generación, se convierte de forma sorprendente
en el centro de atención del mundo literario.
Gallo
Nero, sello al que venimos haciendo un estrecho marcaje desde los inicios
de este blog, que casi coinciden con el tiempo de vida de la propia editorial,
nos presenta en este volumen, por primera vez en castellano, una recopilación de
las entrevistas más representativas y personales que Hunter S. Thompson
concedió a lo largo de toda su vida a revistas como Playboy, Rolling Stone, Esquire o The Paris Review. En ellas, Thompson, que cultivó públicamente su
fama de de bebedor, pistolero y drogadicto, habla sin tapujos de política,
cultura, drogas y armas, así como sobre el género a través del que canalizó su mirada
crítica y mordaz de la sociedad y la política y del que fue máximo exponente,
el periodismo gonzo.
Quienes lo deseen pueden leer la primera
de las dieciocho entrevistas que reúne el libro –concedida a ABC News el 20 de febrero de 1967 a raíz
de la publicación de la arriba aludida Los
Ángeles del Infierno– en númerocero.
La
banda que escribía torcido.
Marc Weingarten.
Libros del KO.
550 páginas.
PVP: 23,95€. Ebook: 8,99€.
Fecha de publicación: 18 de marzo de
2013.
Resulta complicado encontrar una mejor
manera de entender la anterior obra en su contexto que penetrando en este
libro. Para la realización de este trabajo, Marc Weingarten entrevistó a 76
protagonistas de la revolución del nuevo periodismo (Talese, Wolfe o Breslin, además
del propio Thomspon, entre otros), de aquellos autores que “estaban allí para
contarnos historias sobre nosotros mismos de un modo hasta entonces inaudito,
historias sobre el estilo de vida de los años sesenta y setenta y sobre el
sentido de todo aquello”. Sus testimonios sirven como base para reconstruir el
ambiente alocado de aquellas redacciones, las motivaciones que llevaron a los periodistas
a escribir sus mejores reportajes, las estratagemas que utilizaron para salir
adelante, los problemas que se encontraron por el camino, sus relaciones con
políticos y personajes de la alta sociedad, todo ello con el telón de fondo de
las transformaciones culturales que ocurrieron en Estados Unidos durante los
años sesenta.
Marc Weingarten, escritor, editor y
cineasta, conforma así en La banda que
escribía torcido un relato, alejado del academicismo, y dotado de un ritmo
vibrante sobre, a su juicio, “el movimiento literario más importante desde el
resurgimiento de la literatura estadounidense en los años veinte”, sobre un
grupo de periodistas, un movimiento “no al estilo Kerouac, Ginsberg y Corso, ni
tampoco un movimiento como el denominado Expresionismo abstracto” cuyas
crónicas, escritas en un lapso aproximado de una década, cambiaron la forma de
ver el mundo de sus lectores. Un mundo en el que el tejido social se estaba
desgarrando en fisuras, un mundo que estaba “patas arriba”.
Libros
del KO sigue, pues, con esta última novedad manteniéndose fiel a sus
principios. Ya, esto no debería de ser noticia tampoco. Pero el caso es que pocos
como ellos pueden preciarse de cumplir tan escrupulosamente con ese objetivo en
principio tan sencillo que se marcaron al emprender su aventura: recuperar el
libro como formato periodístico por medio de grandes historias contadas a otro
ritmo, sin necesidad de consultar obsesivamente el reloj de la actualidad.
Memorias
líquidas.
Enric González.
Jot down.
Formato: tapa dura.
PVP: 23€.
Fecha de publicación: enero de 2013.
El reloj de la
actualidad lleva sonando implacable durante años para nuestro último
protagonista, lo que no ha impedido que haya sido capaz de imprimir bajo
presión su propio y reconocible sello a través de los cientos de crónicas,
reportajes, entrevistas y artículos que este periodista de prolífica carrera ha
ido compartiendo al cabo de los años con sus lectores. Nos encontramos de nuevo
con un caso en el que el periodista se convierte en protagonista, lo que sin
duda está demostrando ser todo un tirón comercial que está sabiendo aprovechar
uno de esos medios de referencia de la prensa española más “alternativa”.
Fomentando una
imagen de sofisticación con un punto irreverente, Jot Down ha ido creciendo de una manera más
que considerable en muy poco tiempo combinando con acierto la clásica cultura
de artes y letras más las llamadas tendencias. Prueba de su éxito es su apuesta
por la creación de una línea de libros cuyo primer fruto ha sido una obra,
dedicada a uno de sus más rutilantes colaboradores, que ha generado una enorme
expectación, debido en parte a la sonada salida del autor del principal
periódico del país. Hablamos, naturalmente, de Enric González y de sus Memorias líquidas, obra miscelánea en la que podemos encontrar
historias de periodistas, recuerdos del periodo que el autor pasó en El País, alguna reflexión sobre el
oficio, digresiones varias y, como nos indican convenientemente sus editores,
“el recuerdo de unas cuantas copas que constituyen, evidentemente, la parte
líquida del asunto”.
Memorias
líquidas parte de los
inicios de la carrera de Enric González como reportero cuando, con 17 años, aún
soñaba con estudiar veterinaria, y llega en su recorrido hasta el momento en
que abandona el diario de PRISA, donde desarrolló la mayor parte de su carrera
periodística, siendo corresponsal de este medio en Londres, París, Nueva York,
Washington o Roma, como paso previo a dar su controvertido salto al diario El Mundo. Plagado de anécdotas y con el
ritmo ágil, sencillo y bienhumorado marca de la casa, nos encontramos ante un
libro que ha despertado numerosas muestras de entusiasmo entre los
incondicionales de esta estrella del periodismo español de nuestros días pero
también, lo que nunca está de más, algún coscorrón.
¿Para
qué servimos los periodistas? (hoy)
José María Izquierdo
Libros de la Catarata.
Formato: 13,5x21 cm.
Formato: 13,5x21 cm.
128 páginas
PVP: 15 €.
Fecha de publicación: marzo 2013.
Y cuando ya habíamos cerrado esta entrada
e incluso publicado una primera versión de la misma, nos enteramos de la
aparición de un ensayo del periodista José María Izquierdo en el que reflexiona
sobre la necesidad del oficio de contar reivindicando la absoluta necesidad de
unos profesionales cuya principal tarea y vocación, la de informar con rigor,
continúa siendo imprescindible.
Izquierdo, quien ha desarrollado las
últimas tres décadas de su dilatada trayectoria profesional en el grupo PRISA y
que en la actualidad mantiene el blog El Ojo Izquierdo en elpais.com y en la
cadena SER, reflexiona sobre la agonía que atraviesan los medios de
comunicación tradicionales en esta nueva realidad digital y, alertando de las “insidiosas
tácticas de desinformación promovidas por los poderosos” que intentan
enmascarar los abusos y las injusticias en una sociedad cada vez más castigada ,
se pregunta por el futuro que les aguarda a los periodistas y en qué forma aún
pueden resultar útiles en la sociedad actual.
Con grandes dosis de autocrítica no
exenta de cierto optimismo e ironía, según nos indican desde Libros de la Catarata –que integra esta novedad
dentro de su serie “Para qué servimos…”–, el autor, gran fustigador de la
derecha mediática española de un tiempo a esta parte, y que ha colaborado
también en obras colectivas en el ámbito de la comunicación, suma este título a
una bibliografía en la se pueden encontrar volúmenes como Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna, Elogio del panfleto y reivindicación de la
demagogia. Historias de José K., Los Cornetas del Apocalipsis, Los alebrijes y Leandro, el fantasma de la Moncloa, o Fuego amigo o cuando Rajoy era el más inútil entre todos los inútiles.
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