En tiempos sombríos como los actuales, en los que la realidad tiene cara de pozo y el futuro parece no querer abrirse y cuando lo hace se nos presenta como un tímido puntito de luz allá a lo lejos (y agradezcan que no siga enumerando todos los trillados símiles nocturnuosos que se me vienen a la cabeza), nos alegra comprobar que hay sitio en las editoriales, que tampoco están precisamente para tirar cohetes habida cuenta de los descensos continuados de ventas en los últimos años, para esos títulos (otra cosa es que nos dé el bolsillo) que nos permiten observar el presente con al menos una sonrisa puesta. No se trata de invitarnos sin más al escapismo, a la evasión vacua e insustancial. Más bien, al contrario, la virtud de este tipo de obras reside en su capacidad de penetrar en la costra de las cosas y descubrirnos nuevos matices allí donde antes sólo veíamos prosaísmo, absurdo e incluso bajeza.
Los autores y títulos que a continuación
mencionaremos, y que la actualidad editorial ha vuelto a situar frente a
nosotros en este mes de febrero, pese a pertenecer a épocas distintas, sin
dejar de seguir siendo nuestros contemporáneos, y practicar estilos diferentes,
saben sobradamente que el humor es una cosa muy seria, de ahí que a través del
tratamiento irónico, zumbón, cáustico incluso que por momentos los caracteriza, consigan divertirnos sin ocultar la carga crítica que tales textos
encierran, poniendo al descubierto, bajo una nueva luz, nuestras propias miserias.
Repasamos así brevemente estas tres
novedades, insistimos, muy diferentes entre sí, pero atravesadas por ese cordón
de hilaridad que tan saludable puede resultar a quienes observamos con pavor
todo lo que sucede alrededor nuestra. Por no decir que directamente dentro de
nosotros.
Boston: sonata para violín sin cuerdas.
Todd McEwen.
Traducción de Enrique Maldonado Roldán.
Automática Editorial.
304 páginas.
PVP: 19,9 €.
Fecha de publicación: febrero de 2013.
De “extraña simbiosis entre caricatura y
crítica”, califican en Automática Editorial, sello que tras un breve y merecido descanso impresor vuelve a reclamar nuestra atención, Boston:
sonata para violín sin cuerdas, primera novela Todd McEwen, publicada en
1981 fruto de su experiencia en la ciudad que le da nombre y en la que el escritor estadounidense afincado en Escocia arremete
contra modas, costumbres y revisa el Transcendentalismo impulsado por Emerson y
Thoreau, exprimiéndolo hasta sus últimas consecuencias: el Minimalismo Vital.
William Fisher lleva una vida tranquila
en Boston, trabaja como administrador en el Instituto de Ciencias, tiene una
novia y toca su violín (don Chirridos). Hasta que un buen día, durante una
excursión a Walden (y tras la inesperada aparición del fantasma de Thoreau),
Fisher resbala sobre la superficie helada de la laguna y se golpea la cabeza
perdiendo el conocimiento. Desde ese instante todo parece conjurarse en esta historia traducida por Enrique Maldonado Roldán para que
nada en la existencia de William vuelva a ser como antes. Le esperan un sinfín
de bizarras coincidencias y bochornosas trifulcas que, en menos de una semana,
lo empujarán a liderar una estrafalaria revolución y a participar en una
espectacular persecución policial, en su particular y satírica huida del mundo
moderno y sus absurdos.
¡Abajo el colejio!
Geoffrey Willans / Ronald Searle
Traducción de Jon Bilbao
Formato: rústica. 13 x 20 cm.
112 páginas
PVP: 15,95 €
Fecha de publicación: febrero de 2013.
De la mano de Impedimenta, uno de nuestros sellos favoritos y cada día el de más gente (graciosillos estamos) y con
traducción de Jon Bilbao nos llega en estos albores de febrero este clásico de
la literatura ilustrada del XX. Considerada una de las creaciones más gamberras
jamás escritas, ¡Abajo el colejio!
inaugura las aventuras del famoso colegial Nigel Molesworth, un claro
antecedente inglés del Pequeño Nicolás y gran éxito de ventas en Gran Bretaña
en los años cincuenta.
Nigel Molesworth es un estudiante
maléfico que vive interno en el Colegio de San Custodio, que tiene solo 62
alumnos y que, según Nigel, “fue construido por un lunático en 1836”. Nada
escapa a su ojo clínico, y suele encontrar poco tiempo para tostones como la
biología o la poesía. Prefiere, sin embargo, saltarse las clases o hacer
gamberradas con Peason, su mejor amigo, con quien protagoniza frecuentes
expediciones interplanetarias, con Fotherington-Tomas, el tonto del grupo, o
con Molesworth-2, su hermano pequeño, al que zurra en cuanto tiene ocasión.
¡Abajo el colejio! nace del encuentro del talento y la imaginación del periodista y escritor Geoffrey Willans, a quien se le ha
comparado con frecuencia con el Evelyn Waugh más satírico, y del caricaturista Ronald Searle,
creador del célebre cartoon St. Trinian´s School
–del que nacería una serie de populares películas– y que colaborara con sus dibujos para periódicos como Tribune, Sunday Express o
News Chronicle, y revistas como The New Yorker, Life o Holiday.
Después de el éxito en 1953 de ¡Abajo el colejio!, este
tándem creativo terminaría conformando una tetralogía en torno al personaje
de Molesworth, que se completa con How to be
Topp (1954), Whizz for Atomms
(1956) y Back in the Jug Agane
(1959).
Dos historias nada decentes.
Alan Bennett.
Traducción Jaime Zulaika.
Anagrama.
160 páginas.
PVP: 15.90 €.
Fecha de publicación: febrero de 2013.
El también actor, guionista y dramaturgo Alan Bennett, se ha
convertido en uno de los más reconocidos escritores de la literatura inglesa
actual. Obras como Una lectora nada común,
en las que el autor dibuja el perfil librófago de la reina Isabel II de
Inglaterra nos lo dieron a conocer para el gran público en España y ahora, de
nuevo de la mano de Anagrama, vuelve a demostrarnos en Dos historias nada decentes por qué es actualmente reconocido como
uno de los maestros del humor británico, un territorio en el que, como todo el
mundo sabe, no faltan cualificadísimos competidores.
En “La señora Donaldson rejuvenece”,
primero de los dos relatos largos que integran el volumen, conocemos a esta viuda
reciente, de cincuenta y cinco años, con una hija casada, puritana e
insoportablemente convencional que pretende que su madre viva reverenciando la
memoria de un difunto marido muy aburrido. Aburrimiento contra el que la señora
Donaldson no se rebelaba, y ni siquiera cuestionaba, educada en la firme
creencia de que ser y hacer lo que se espera de nosotros son los pilares de la
cotidiana felicidad. O conformidad. Pero ahora su vida comienza a cambiar. Consigue
un trabajo en un hospital: actúa interpretando a pacientes, con sus
correspondientes enfermedades, para ilustrar las clases del doctor Ballantyne.
Y, de interpretación en interpretación, la señora Donaldson comenzará a
descubrir pliegues y honduras que ignoraba de sí misma. Sí, piensen bien y acertarán.
En “La
ignorancia de la señora Forbes”, segundo de estos dos relatos traducidos por Jaime Zulaika, Bennet vuelve a usar su bisturí para
ofrecernos un conmovedor y grotesco retrato de la clase media a través de la
noticia de la boda de Graham Forbes, quien se dispone a casarse, ante el horror
de su madre, con una chica muy rica, pero muy fea que lleva el muy vulgar
nombre de Betty. La dominante y esnob suegra no entiende el porqué de todo
esto. Para ella los guapos se casan entre sí, y los feos igualmente, sin contar
con que su familia está en el escalón más alto de la clase media, donde no se
usan nombres como Betty. Sin embargo, la señora Forbes ignora muchas más cosas
de las que sabe... Algo nada casual si consideramos que como señaló Nora Krug en The Washington Post, refiriéndose a estos relatos, aunque igual podría aplicársele a otras creaciones de Bennett: “el autor nos muestra cuán equívocas pueden ser las apariencias.
Y hasta las apariencias de las apariencias”.
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