Neil Armstrong sale algo desorientado del Apolo XI después de haber aterrizado en el ojo derecho de la Luna/ EL LIBRÓFAGO. |
Este pasado fin de semana fallecía a los
82 años el primer hombre en pisar la Luna. El astronauta del Apolo XI puso su pie sobre el satélite terrestre cumpliendo la “profecía” de Verne puesta en imágenes en movimiento años más tarde por Méliès, el 20
de julio de 1969, en lo que sería un momento histórico descrito por el propio comandante
con una frase imperecedera: “Un pequeño paso para el hombre pero un gran salto
para la Humanidad”.
Armstrong, a quien en ese momento el corazón -el mismo
órgano que ahora le ha fallado fatalmente-, le latía a 150 pulsaciones por
minuto, describiría más tarde aquel momento como algo “especial y memorable”.
El que el presidente Obama ha calificado en las últimas horas como el “mayor
héroe americano”, recordaría por siempre aquellas vistas “simplemente majestuosas, más allá de
cualquier experiencia visual que haya tenido”.
Durante las tres horas siguientes al alunizaje, Armstrong
y su compañero, ‘Buzz' Aldrin, se
dedicaron a recorrer a pie la superficie lunar, realizando experimentos y
tomando esas célebres y jugosas fotografías que, con mayor o menor fundamento,
tantas sospechas han venido levantando hasta el día de hoy. En cualquier caso,
tanto para quienes creemos que el hombre ha pisado realmente la luna y que
Armstrong fue el primero de nuestra especie en hacerlo, como para los que insisten en no dar crédito a la culminación del gran anhelo de hombres como el propio JFK, quien no vivió para verlo,
el ahora desaparecido ha alimentado la imaginación de millones de personas
durante décadas. Sólo por eso se merece que le rindamos, con un toque de humor,
nuestro más sincero homenaje.
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