Publicada en 1925, El gran Gatsby, pese a no haber sido demasiado bien acogida en vida del
autor, está considerada, especialmente a partir de que en la segunda mitad del
siglo XX fuese incorporada al canon de la literatura estadounidense, como
una de las grandes novelas de Francis Scott Fitzgerald: “He leído su libro y
es un buen libro”, escribió visionariamente Gertrude Stein tras su
lectura.
Ahora, casi un siglo después de su
aparición original, y coincidiendo con el inminente y esperado estreno
en Cannes de la versión cinematográfica dirigida por el siempre
espectacular Baz Luhrmann –al
frente de un reparto del que destacan nombres como Leonardo DiCaprio o Carey Mulligan–,
este imperecedero retrato de la alta sociedad estadounidense de los agitados (y mezclados) años
veinte ha vuelto a cobrar actualidad aprovechando de el buen momento
editorial por el que transita la obra del escritor estadounidense en el ámbito
hispano, como evidencian el interés que despierta la vida de la familia, en
especial en lo concerniente a la fascinante Zelda, o por citar un solo caso más,
la reciente aparición de Cartas a mi hija.
Que un escritor de la talla de Scott
Fitzgerald esté de plena actualidad es motivo de alegría. Nos produce pareja
satisfacción a la que sentimos cuando vemos cómo otros grandes autores como
André Gide, Charles Dickens, Jane Austen o, algo en principio inaudito, Thoreau,
vuelven a reeditarse con asiduidad. Resulta esperanzador encontrarnos con ellos
en las librerías frente a la implacable realidad de las listas de ventas. La
perplejidad, sin embargo, asoma cuando de una novela, por importante que sea,
como El gran Gatsby, comienzan a
aparecer, como en una desbocada carrera, nuevas y más nuevas ediciones y
traducciones en un lapso de tiempo tan reducido.
Si no tuviéramos otras pruebas igualmente
contundentes de lo contrario, tendríamos que empezar a pensar en que el mercado
editorial español se ha quedado sin ideas. Pero, sabemos que no es así. Bien
está que la obra, suponemos, esté libre de derechos, ¿pero justifica esto el
que todo el mundo quiera tenerla en su catálogo? ¿Cuántos ejemplares se
venderán en total si sumamos todas las diferentes publicaciones? ¿Y qué lleva a
un sello, por flamante que sea la traducción o el formato, a publicar una más sabiendo que acaba de salir al mercado otra docena
de tiradas diferentes del mismo título? Y, no menos importante, ¿por qué sucede
esto, en este preciso momento, con El
gran Gatsby y no con novelas incluso tal vez más próximas a la sensibilidad
de nuestra época como Santuario, El viejo y el mar o Las uvas de la ira?
En fin, mientras sigo buscándole alguna
explicación a este enigma les dejo aquí, no es descartable que falte alguna,
las portadas de las ediciones del libro que se han publicado en español sólo en
los dos últimos años. Sí, desde 2011 en
adelante. Ya les dejo a ustedes el ir pensando también si no estaremos asistiendo al
nacimiento de una nueva rama filológica: la Gatsbyología.
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Debolsillo |
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Paréntesis |
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Nórdica |
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RBA. |
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Reino de Cordelia. |
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Alfaguara. |
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Sexto Piso. |
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Alianza Editorial. |
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Losada. |
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Anagrama. |
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Anagrama. Compactos. |
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Qué barbaridad... no sé, como tú dices, habiendo tantos qué beneficio se podrá llevar la editorial. Estoy seguro de que la mayoría de la gente que lee el libro lo hace sacándolo de la biblioteca o porque ya lo tienen en casa.
ResponderEliminarHola, Mike. Efectivamente, es difícil de entender. Los clásicos lo son por formar parte de una tradición que se va cimentando con el tiempo y hasta ahí nada tiene de particular, y menos mal, que se vayan reeditando. Pero, esto, desde luego, parece excesivo. Había venido observando desde hace meses cómo iban apareciendo ediciones de la obra pero hasta que no me puse ayer a recopilar las portadas no había caído en la cuenta de cuántas eran ya. En fin, espero que se vendan muchos ejemplares aunque no sé yo si con tal dispersión alguien conseguirá imprimir una segunda edición.
ResponderEliminarUn placer saludarte.
E.L.
Hola! Querría hacerte una pregunta.
ResponderEliminarLe pedí a mi padre que me trajera el famoso libro de F.Scott Fitzerald, El Gran Gatsby. La cosa es que antes de que me lo regalara me lo descargué por internet, y hoy cuando me lo ha dado lo he comparado con el que me descargué y esta escrito diferente. El que me ha regalado mi padre es el de la primera fotografía que pones en tu post, la portada donde sale Leonardo DiCaprio y donde pone "La adaptación cinematográfica". La pregunta es: ¿El libro que me ha regalado mi padre es una adaptación de la novela original, o simplemente han utilizado la portada de la película y es la novela original?
Grácias de antemano!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstimado amigo:
ResponderEliminarImagino que simplemente te has encontrado con dos traducciones diferentes de la misma obra. En ocasiones dos mismas versiones pueden variar notablemente dependiendo de quien haga el trabajo y en el caso de El gran Gatsby ya se encuentrá disponible en castellano un ramillete de traslaciones bastante variopinta. En el caso de la edición que me comentas, si no estoy equivocado se trata de una traducción ya clásica (y no siempre aplaudida)de E. Piñas. La editorial, como se ha hecho en Estados Unidos, ha utilizado la imagen de la película como cebo, aprovechando el tirón comercial del filme, lo que como bien sabes es algo bastante habitual.
Un saludo y que disfrutes de la(s) lectura(s).
E.L.
Tu reflexión es acertada y concreta. Me siento entusiasmado de que alguien, vire su mirada hacia lo que pasa no sólo con la Literatura, en sí. Si no en los mecanismos en que ésta se reproduce por el mundo.
ResponderEliminarHaciendo un aterrizaje especial en tu cuestionamiento, de todas las ediciones que han salido en los últimos dos años ¿cuál crees sea la más "fiel" traducción a la obra original?
Sería más correcto hablar de "rama traductológica" o "rama traductora" que de "rama filología".
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