viernes, 24 de mayo de 2013

Ridruejo, D’Annunzio y Napoléon: el trébol de Fórcola para una primavera que invita a profundizar en la convulsa y paradójica historia contemporánea europea



Fórcola Ediciones se ha convertido en los últimos tiempos en uno de los más interesantes sellos editoriales dedicados al terreno del ensayo y, más concretamente, a la investigación y la divulgación sobre la cultura europea. Sus últimas novedades presentadas en este terreno, que se incardinan dentro del sugerente catálogo confeccionado hasta la fecha con la publicación también reciente de títulos como El filósofo ignorante de Voltaire, Cartas sobre Luis II de Baviera y Bayreuth o Recuerdos de un alemán en París de Gerhard Heller, nos permiten acceder, en la mayor parte de los casos a través del relato en primera persona de una galería de personajes excepcionales, y gracias también a los estudios que los acompañan, a algunos de los momentos clave de la historia contemporánea del viejo continente, mostrándonos sus luces y sombras, sus brillos y oscuridades, sus más grandes victorias y sus más ignominiosas derrotas.

Sueños de la razón que desembocan de forma reiterada en pesadillas, porvenires imaginados que chocan con la fría y con frecuencia igualmente fantasmagórica realidad. Y Europa, al fondo o en primer plano, como idea, campo de batalla, interpretación, nos permiten vislumbrar un colosal relato de sufrimiento, superación y, a veces también, megalomanía, de la que vuelven a dar cuenta, cada uno a su modo, estos tres últimos títulos que, muy brevemente, repasamos a continuación.

Cuadernos de Rusia.
Diario 1941-1942.
Dionisio Ridruejo.
Edición de Xosé M. Núñez Seixas.
Prólogo de Jordi Gracia.
Fórcola Ediciones.
448 páginas.
PVP: 24,50 €
ebook: 9,99 € (ePub y Mobi.

Editados de forma póstuma a finales de los años 70 del pasado siglo, Cuadernos de Rusia, considerada la obra cumbre de la literatura memorialística sobre la División Azul, cobra nueva luz en esta edición crítica definitiva a cargo del historiador Xosé M. Núñez Seixas, cuando la poliédrica y controvertida figura, casi siempre incómoda, de Dionisio Ridruejo ha quedado ya perfectamente situada en la historia intelectual y política española del siglo XX.

Redactados entre otoño de 1942 y primavera de 1943, desde el confinamiento en Ronda, a su vuelta del frente ruso, este “fresco literario de una empresa equivocada”, en palabras del autor del prólogo, Jordi Gracia, concede al lector la oportunidad “de mancharse con el barro, la nieve pisoteada, la suciedad de la guerra, el drama de los muertos y el dolor de la consunción, y al mismo tiempo asistir a la despedida definitiva de una prolongada juventud”.

Y es que, como nos indican desde la propia editorial, más allá del testimonio y radiografía de un fascista con voluntad documental, como notas de viaje y asueto, de meditación o de tiento lírico, como apuntes de vida agitada y remansada, estos cuadernos destilan una viveza de observación y una calidad literaria indiscutible gracias, nos recuerda a su vez el prologuista, a la “tensión interna de la prosa, la riqueza descriptiva, los matices estilísticos del paisajista de sensaciones, las analogías con paisajes castellanos o la voluntaria empatía emocional con quienes soportan a la fuerza el paso y la convivencia de las tropas en sus casas y aldeas”.

Una obra pues, imprescindible, de uno de los intelectuales más prominentes de los años más oscuros de nuestra historia reciente, de este eterno “equivocado” coautor del himno de la Falange, y precoz y enérgico contestatario del régimen franquista, testigo de excepción de una de las aventuras bélicas más truculentas del siglo XX español.


Crónicas romanas.
La sociedad y la vida mundana de fines del Ottocento en Roma.

Gabriele d’Annunzio.
Edición de Amelia Pérez de Villar.
Fórcola Ediciones.
232 páginas.
PVP: 18,50 €.

Trabajador incansable, D’Annunzio, a quien algunos consideran el primer periodista moderno, escribió cientos de crónicas y reportajes que publicó hasta agosto de 1888 para distintos periódicos y revistas de la época, en especial para La Tribuna, bajo diversos pseudónimos. Tan sólo siete años antes el joven poeta había desembarcado en Roma dispuesto a conquistarla no tardando en introducirse en los círculos literarios de la época, que le abrieron, gracias en parte a su matrimonio con la hija de la condesa di Gallese, las puertas del cerrado y exclusivo mundo de los palacios romanos y de aquella suntuosa vida de la que se convirtió en cronista privilegiado y perspicaz.

Estas Crónicas romanas, a cargo de la traductora, escritora y crítica Amelia Pérez de Villar, rescatan por primera vez para el público español lo más granado de la labor del autor del Canto Novo como cronista de la vida mundana a través de un verdadero periplo por el panorama social y cultural de la Roma fin de siècle. La vida literaria de sus cafés, sus conciertos, funerales, bodas, subastas, bailes y cenas de sociedad, sus estrenos teatrales o la descripción de edificios y lugares singulares, hoy desaparecidos, así como una reflexión sobre temas menos frívolos, como el arte, la literatura o la música, nos son mostrados aquí en detalle por aquel que en sus crónicas trató a aquellos orgullosos y rústicos príncipes romanos como refinados sibaritas y maestros de distinción mientras seducía a sus esposas e hijas adulándolas como un elegante retratista que, sin haberlas visto jamás, les prestaba cuellos de cisne, manos de hada, cinturas de avispa y ocurrencias de Madame de Staël.

Como nos cuenta la propia encargadas de la edición, “D’Annunzio participará en todos los acontecimientos sociales que tanto le gustan sólo como espectador, siempre provisto de papel y lápiz, siempre entrando y saliendo por la puerta de servicio. Verá pasar ante sus ojos a esa Roma de altos vuelos compuesta por aristócratas que manejan el cotarro y por burgueses que han llegado allí a golpe de talonario. Sólo podrá contemplar de lejos a las beldades que admira y que tan minuciosamente nos describe, excelsas portadoras de divinos vestidos y peinados y de joyas heredadas o adquiridas. En suma: la vida que anhela está ahí, pero está tras un cristal que, por el momento, no puede franquear.”

Son justamente esas puertas las que ahora se abren de par en par para nosotros. Quedarse fuera después de haber sido invitados es descortesía.

Mi testamento.
Napoleón Bonaparte.
Precedido de Finale: Allegro fúnebre de Blas Matamoro.
Fórcola Ediciones.
144 páginas.
PVP: 13,50 €.

A punto de morir en Santa Elena, una pequeña isla perdida en el Atlántico sur, frente a las costas de África, tras la derrota de Waterloo, un agónico y debilitado Napoleón, que había consumado bajo la atenta mirada del gobernador Hudson Lowe, mediocre funcionario al que tocó en suerte ser el carcelero del otrora amo de Europa, sus últimos años envuelto en monotonía y hastío, escribirá sus últimas voluntades.

En el testamento propiamente dicho, que ocupa apenas treinta y dos páginas de la presente edición, así como en varios de sus codicilos y demás documentos adjuntos, que ahora se publican por primera vez en español en su integridad, el Gran Corso dará puntillosa y lujosa cuenta del reparto de todo su patrimonio, incluidas sus seis camisas o su humilde pijama.

El Emperador, que “se imagina organizando la vida de mucha gente más allá de su muerte, a la manera de un poder fantasmal que continúa ejerciendo su facultad controladora”, en palabras de Blas Matamoro, autor del ensayo introductorio,  se despedía así de los vivos tras haber gobernado medio mundo dejándonos un último recuerdo póstumo después de consumirse en un cautiverio en el que sus más excitantes actividades fueron pasear, a pie o a caballo, leer tragedias francesas a su escueta compañía, jugar partidas de naipes, billar o ajedrez con alguno de sus ayudantes, o mantener largas conversaciones con el conde Las Cases, fruto de las cuales nacería el célebre Memorial de Santa Elena.

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