Los habitantes del bosque.
Thomas Hardy.
Traducción y postfacio de Roberto Frías.
Impedimenta.
Formato: rústica. 14 x 21 cm.
452 páginas.
PVP: 19,95 €.
Fecha de publicación: enero de 2013.
Resulta casi inverosímil constatar que Los habitantes del bosque, una de las
principales novelas de Thomas
Hardy (Dorchester, 1840 - Dorchester, 1928) y la favorita de su autor,
haya podido permaner inédita hasta la fecha en castellano, pero es un hecho que
ha tenido que pasar casi un siglo y medio desde su aparición hasta
que, gracias de nuevo a la reparadora mediación de Impedimenta, la que Arnold Bennett consideró como
“una de las más hermosas novelas de la narrativa inglesa”, ha pasado a estar
disponible en nuestro idioma.
Inscrita dentro del ciclo de novelas que
el propio Hardy clasificó como de “personaje y entorno”, Los habitantes del bosque nos traslada al condado imaginario de
Wessex en que el escritor inglés ambientaría la mayor parte de sus obras, y que
no era otro lugar que su Dorset natal, para contarnos la historia de Grace
Melbury, la preciosa y delicada hija de un próspero maderero que regresa al
pequeño pueblo de su infancia después de haber recibido una refinada educación
lejos de allí. El reencuentro de la joven con quien siempre estuvo destinado a
ser su marido, Giles Winterborne, les revela a los dos que, pese a la veneración que éste la tributa, no está a la altura de sus nuevas expectativas sociales, todo lo contrario que le sucede al médico de la región, el aristocrático Edred
Fitzpiers, que aparece rodeado de libros y de un raro halo de misterio. La
relación que se establece entre estos personajes se verá salpicada de malentendidos y
traiciones, pero también de una devoción y una lealtad que conducirán, como nos
señalan desde el sello que dirige Enrique Redel, a un desenlace extraordinario.
Titulada en su idioma original como The Woodlanders, la obra que llega a
nuestras manos en estos inicios de 2013 con traducción y postfacio de Roberto
Frías, constituye una de las catorce novelas que Hardy, imbuido en el
determinismo biológico de Charles Darwin –cuyo El origen de las especies leyó muy tempranamente– la filosofía
pesimista de Schopenhauer, o la creencia en un mundo en el que el
destino de los individuos se ve fatalmente alterado por la irrupción del azar, escribió a
lo largo de su vida y que le granjearon una notable popularidad en su tiempo.
Jacques-Emile Blanche: "Thomas Hardy" (1906) |
Hijo de Thomas Hardy, un maestro de
obras que le buscó su primer empleo como aprendiz con un arquitecto local que
se dedicaba a restaurar iglesias antiguas, y de Jemima Hand, cocinera y
sirvienta que, no obstante, fue una mujer cultivada que le dio a conocer la obra
de Virgilio
o el Rasselas de Johnson, el escritor se inició en el terreno lírico,
que abandonaría sin pena ni gloria para dedicarse a la novela, un género que
consideraba de menor rango pese a que obras como El
regreso del nativo, El alcalde de
Casterbridge, Tess la de los
d’Urberville, Jude el oscuro o
esta que nos convoca, títulos que no siempre contaron con el favor de la
crítica (que en ocasiones llegó a tacharlo de “inmoral”), lo convertirían en un
referente de la novelística inglesa de la segunda mitad del siglo XIX.
Durante los últimos años de su vida, a lo
largo de los cuales perdió a su primera esposa después de tres décadas de
convivencia y se volvió a casar, Hardy regresaría a su pasión primera,
consagrando a la poesía, con alguna incursión en territorios como el del drama
épico, el relato corto o la autobiografía que aparecería póstumamente, sus
mejores esfuerzos. Poemas de Wessex y
Poemas del pasado y del presente,
obras recuperadas de juventud, o sus colecciones de madurez Risas del tiempo, Sátiras de circunstancias, Momentos
de visión, Poemas líricos, Fantasías humanas y Palabras en invierno, esta última aparecida el mismo año de su
muerte, nos sitúan ante un poeta en pleno dominio de sus capacidades que
con un lenguaje con frecuencia arcaizante, desgrana la misma visión oscura y
pesimista que envolvía sus novelas.
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