domingo, 23 de septiembre de 2012

Minúscula celebra el 50º aniversario de 'Siempre hemos vivido en el castillo' de Shirley Jackson con una nueva traducción



Siempre hemos vivido en el castillo.
Shirley Jackson.
Posfacio de Joyce Carol Oates.
Traducción del inglés de Paula Kuffer.
Editorial Minúscula. Col. Tour de force, 3.
Rústica con solapas. 14 x 21 cm.
222 páginas.
Precio con IVA: 18,50 €
Fecha de publicación: 27 de septiembre de 2012.


Coincidiendo con el 50º aniversario de su publicación, la editorial Minúscula se dispone a presentar una nueva traducción de esta “obra maestra de la literatura gótica de suspense”, como la definió JoyceCarol Oates, gran conocedora de la obra de la autora californiana, que firma además el posfacio incluido en la presente edición.

Paula Kuffer ha sido la encargada de volcar desde el inglés la obra cumbre de una autora que ha maravillado a varias generaciones de lectores y a escritores posteriores que han desarrollado su carrera entre los géneros del suspense, el fantástico, el terror o la ciencia ficción, caso de Richard Matheson, Jonathan Lethem, o el propio Stephen King, sin necesidad, como escribió este último en la dedicatoria que brinda en Ojos de fuego, de “levantar la voz”.

Shirley Jackson estudió en la Universidad de Syracuse. A los 32 años, apareció su primera novela, The Road Through the Wall, así como el cuento “La lotería”, que se ha convertido en un clásico del siglo XX. Su obra incluye, además, otras novelas como Hangsaman (1951), The Bird’s Nest (1954) o la más conocida La maldición de Hill House (1959), así como los ensayos autobiográficos Life Among the Savages (1953) y Raising Demons (1956), sin mencionar sus libros para niños y alguna incursión teatral. En 1962, publicaba la que sería su última obra, Siempre hemos vivido en el castillo, una novela más “insuperable” incluso que las anteriores –como manifestó la escritora Dorothy Parker- que en su día entró en la lista de los diez mejores libros del año de la revista Time.

Shirley Jackson (San Francisco 1916–Bennington 1965)
La creación del personaje de Merricat, la protagonista de Siempre hemos vivido en el castillo, que lleva una vida solitaria en una gran casa apartada del pueblo, donde pasa las horas recluida con su bella hermana mayor y su anciano tío Julian, que va en silla de ruedas y escribe y reescribe sus memorias, resulta un hallazgo tal que la propia Carol Oates ha escrito: “De entre todos los niños y los adolescentes precoces de la narrativa americana de mediados del siglo xx [...], ninguno es tan memorable como Merricat”.

Especialmente porque en el hogar de los Blackwood los días discurrirían apacibles para sus habitantes, entretenidos entre la buena cocina, la jardinería y el gato Jonas, si no fuera porque los otros miembros de la familia murieron envenenados allí mismo, en el comedor, seis años atrás. Este perturbador acontecimiento le confiere al libro su particular atmósfera, que se adivina desde la presentación inicial.

“Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto.”

Un clásico, por tanto, más allá de etiquetas, a la venta el próximo jueves 27 de septiembre.

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