miércoles, 12 de septiembre de 2012

'Medusa': la nueva inmersión de Menéndez Salmón en los abismos de la Historia, el Mal y la experiencia estética



Medusa.
Ricardo Menéndez Salmón.
Seix Barral. Col. Biblioteca Breve.
Rústica con solapas. 13,3 x 23 cm.
160 páginas.

Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) acaba de sacar novela y, por lo que hemos podido conocer, por lo que adivinamos en el título y por lo que creemos saber a estas alturas de un nombre más que consagrado de nuestras letras  –bendita previsibilidad-, las grandes claves de su narrativa no van a estar ausentes de Medusa, una obra en la que vuelve a preguntarse por nuestra responsabilidad ante las hecatombes de la Historia intentando medir qué poder posee el arte para enfrentarse a esos abismos. Desde luego, si nos atenemos a la multitudinaria y esperada charla que sobre el libro mantuvo este pasado martes el autor con el también escritor Moisés Mori en la ovetense librería Cervantes, no cabe imaginar que su visión se haya transformado notablemente –en todo caso, aguzado- en los últimos tiempos.

Que “el arte es una batalla perdida contra el tiempo”, y que  el artista, sin renunciar a un legítimo afán de trascendencia, debe acercarse –como Tarkovski, al que mencionó expresamente, según recoge la crónica del evento publicada en La Nueva España - a la “invisibilidad”, son ya constantes de la visión del mundo del autor, que ha querido canalizar, en este caso, a través de la biografía de un artista singular fascinado desde niño por el mal y el horror que le muestran las imágenes a las que dedicará  su vida.

Obsesionado con la desaparición y la invisibilidad, este Prohaska cineasta, fotógrafo y pintor es un hombre paradójico del que no se conserva una sola imagen (ni es descrito en ningún momento por el autor), pero que sin embargo parece haberlo visto todo, un artista que nos obliga a preguntarnos, por un lado, si se puede vivir sin ideología y, por otro, enfrentado a la crueldad y la vergüenza que nutren el siglo XX –y a la que él mismo contribuye como propagandista del régimen nazi-, si es posible mirar, en palabras de Menéndez Salmón, como “un dios epicúreo”, como “un burócrata de la realidad”, esto es, con impunidad.

Desde Seix Barral apuntan a que si La ofensa era la historia de un hombre que decide dejar de mirar, Medusa es la historia de un hombre que se propone hacerlo hasta el final; que si La luz es más antigua que el amor nos hablaba del aspecto consolador del arte, Medusa nos habla del carácter ambiguo, problemático y a menudo perverso de la experiencia estética. Y a pesar de ser cosas todas éstas que suelen quedar muy bien en las cubiertas de los libros (de acuerdo, y en las entradas de los blogs), en este caso algo nos dice que va a ser verdad.

Desde luego, nos encontramos ante uno de los libros del otoño, algo que pudiendo también ser un lugar común, seguramente no lo sea tampoco. Seguiremos informando.

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