Estimados, amigos.
Después de algunos meses en esta casa, donde tan buenos ratos hemos pasado, hemos querido aprovechar la llegada del verano/invierno (elijan el hemisferio) para mudarnos a un lugar en el que poder seguir creciendo y ampliando la familia. El Librófago siempre fue un blog que quiso ser revista y ese sueño se encuentra ahora más al alcance de la mano.
Por el momento, nos estamos instalando, así que esperamos nos sepáis disculpar si encontráis algún bulto por el medio (ahora no me refería a mí). Tanto en el link www.ellibrofago.com como clicando en la imagen inferior podéis ser cómodamente redireccionados. De momento, este sitio sigue abierto, aunque hemos empacado prácticamente la totalidad de lo que aquí se encuentra y trasladado a nuestro nuevo hogar, donde lo estamos recolocando.
Gracias por vuestra paciencia y comprensión. ¡Esperamos vuestras visitas!
viernes, 21 de junio de 2013
domingo, 16 de junio de 2013
Richard Sennett, el valor de hacer las cosas bien: sobre ‘Artesanía, tecnología y nuevas formas de trabajo’ (Katz en colaboración con el CCCB)
Artesanía,
tecnología y nuevas formas de trabajo.
Richard Sennett.
Traducción de Zoraida de Torres Burgos.
Katz Editores en coedición con el CCCB.
Katz Editores en coedición con el CCCB.
Formato: rústica. 11 x 20 cm.
58 páginas.
Fecha de publicación: febrero de 2013
(España); abril de 2013 (Argentina).
ISBN 9788492946495.
PVP: 7 €.
No parece de ningún modo casual que Richard Sennett (Chicago,
1943) sintiera desde bien temprano una especie de fijación analítica por el
mundo del trabajo. No, no hablamos de ninguna predeterminación específica ni de
que recibiera ninguna llamada de orden trascendente, sólo del hecho de que su
propia peripecia vital, especialmente durante sus primeros años, le pusiera en camino
de reorganizar su pensamiento para lo que habría de constituir más tarde su
brillante carrera como sociólogo en los campos del trabajo, las clases
sociales, el ámbito público o la ciudad. Es más que probable que si una
desafortunada lesión no hubiese truncado su carrera, la música, su gran
vocación, habría ganado a un gran director de orquesta mientras que las ciencias
sociales se habrían quedado sin uno de sus más eximios representantes de los
últimos años. Pero no se trata sólo de eso. Queremos llamar la atención sobre
cómo su vocación artística, su infancia de aprendiz de chelo en un barrio pobre
de Chicago, su primera y emancipada juventud como integrante de una orquesta –él
mismo se ha encargado de subrayar cómo gran parte de lo que conoce sobre cuestiones
como la cooperación, la esfera pública o la poiesis
proviene de su faceta de artista– contribuyeron a forjar su personal visión como
teórico del trabajo, acerca del funcionamiento de las relaciones de poder en la
sociedad capitalista y de su impacto en la personalidad del individuo, la fértil
y estrecha interacción que se establece a lo largo de su obra entre cultura y
sociedad.
Considerado el más notorio representante
en nuestros días de la tradición del pragmatismo norteamericano –iniciada por
pensadores como C.S.
Pierce y William James y
que ensancharían en etapas sucesivas autores como John Dewey, Hans Joas o Richard Rorty–, Richard Sennett
se ha preocupado de unir la filosofía a las prácticas concretas de las artes y
las ciencias, la economía política y la religión. El pragmatismo, para este
sociólogo y profesor emérito de la London
School of Economics, tiene como principal distintivo “la búsqueda de
problemas filosóficos insertos en la vida cotidiana”. En este sentido, el
estudio de la artesanía y la técnica no supondrían más que “el lógico siguiente
paso” dentro de la investigación que está conduciendo en los últimos años a
este hijo de anarquista (su padre y su tío lucharon en la Guerra civil española
en las filas del POUM)
y de madre trabajadora social identificado desde su primera juventud con los
postulados de aquella especie de manifiesto del socialismo democrático que fue
el Port Huron
Statement, a la creación de una trilogía dedicada al homo faber, en la que a modo de síntesis desea unir las
preocupaciones básicas de su obra: la relación entre lo material y lo social,
lo concreto y lo abstracto.
Trilogía
del homo faber
Justo en el meollo de estas indagaciones –
entre la publicación de los dos primeros vástagos de la citada serie, El artesano (2008) y Juntos (2012), ambos publicados por Anagrama– se inscribe Artesanía, tecnología y nuevas formas de
trabajo, texto de la conferencia ofrecida por Sennett en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona
en diciembre de 2009 publicado ahora por Katz en colaboración con el
propio CCCB y que incluye también a modo de apéndice una entrevista realizada
por Magda Anglès en abril del pasado año sobre otra de sus grandes pasiones, “el
arte de hacer ciudades”, tema al que dedicará precisamente el tercer volumen de
su proyecto. En el ensayo que da título a este librito, Sennettt va a condensar
algunas de las ideas expresadas en sus principales trabajos sobre la “cultura
material”, ya sea en ensayos como La
corrosión del carácter (1998) donde abordaba la reconfiguración de los
trabajos tradicionales ante las demandas estructurales del capitalismo o, principalmente,
en la citada monografía El artesano, estudio
que, retomando un diálogo con su admirada Hannah Arendt –cuya división entre animal laborans y homo faber
le parece ilusoria a quien propone un “proceso abierto” entre el pensamiento y
las capacidades físicas, entre “la cabeza y la mano”–, se encargaba de poner de
relieve conceptos actualmente en retroceso, como son los de oficio o
experiencia, ensalzando las bondades del trabajo bien hecho y extendiendo los
valores que encierra la noción de artesano a figuras tan diversas como las del
programador informático, el médico, el padre o el ciudadano.
En sus trabajos sobre la cultural
material Sennett nos viene mostrando un mundo en el que el talento apenas se
valora, en el que tanto la experiencia como el conocimiento adquiridos pueden
terminar resultando un lastre para un trabajador que cada vez debe afrontar más
dificultades a la hora de encontrar espacios de libertad entre medios y fines.
En una sociedad que presume de avanzada pero en la cual la fragmentación de la
vida es tanto la causa como el resultado de una expansión sin límites de la cultura
de la superficialidad y en la que “la dignidad del hombre en un mundo de
desigualdad” (subtítulo de su obra El
respeto) se encuentra seriamente amenazada, descubre en la figura del
artesano un indicador para “saber hasta qué punto el capitalismo ha alterado el
valor de las cosas que elaboramos para asegurar nuestra supervivencia diaria”.
Sennet en el CCCB (2009). Foto de Carmen Secanella para El País. |
Para Sennett la sociedad en la que
vivimos está llena de objetos, “pero el uso que hacemos de ellos los ha ido
desvalorizando cada vez más”. El
artesano sufre esa realidad de un modo dramático. El carpintero, por recurrir a
la primera de las imágenes que retoma en esta conferencia, es alguien que ve
cómo “la máquina y la fabricación en masa van eclipsando y arrinconando sus
destrezas tradicionales”. El problema, insiste el autor, no es la máquina sino
la forma en la que una determinada manera de ver el mundo propia del nuevo
capitalismo (sistema al que dedicó la trilogía que justamente antecede a estos
estudios) nos ha llevado a utilizar la tecnología, haciendo que nos volquemos
en lograr resultados rápidos, en obtener productos de forma inmediata en vez de
motivarnos a desarrollar unas destrezas que el mercado laboral directamente desprecia.
Como dice en respuesta a Magda Anglès en la segunda parte del libro: “[las
máquinas] No son sustitutos, son herramientas, prótesis, extensiones, y deben
utilizarse de forma inteligente y práctica para conseguir lo mejor de ellas”.
Sin embargo, a casa paso se nos interpone la evidencia de que “desarrollar la
capacidad de los empleados, ampliar su experiencia”, contradice la tendencia
que caracteriza la nueva economía, “que prefiere pagar por capacidades ya
existentes, preferiblemente cuando las poseen trabajadores jóvenes, que son más
baratos y constituyen un grupo social más pasivo”. Cuando el amor al trabajo
bien hecho que constituye la base de la ética artesana, la misma que insufla el
espíritu del carpintero aludido, pero también del técnico de laboratorio o del
director de orquesta de los que se asiste en otros momentos, no obtiene
recompensa ni reconocimiento, el desaliento no tarda en aparecer. El artesano
representa para Sennett una “condición humana peculiar”. Es la persona que se
implica a fondo en lo que hace. De ahí que cuando se le deje fuera del tablero,
sea la propia calidad del producto la que se resienta. No faltan ejemplos que
pudiéramos traer aquí.
La
ética artesana
En El
artesano Sennett se detenía a explorar cómo a lo largo de la historia
occidental la actividad práctica había sido con frecuencia denostada sin que
por este motivo, trascendiendo la imagen romántica del poblador del taller
medieval, ese impulso humano duradero y básico de realizar bien una tarea sin
más hubiese quedado sepultado. El espíritu de Hefesto, ese dios cojo del fuego,
la forja y la artesanía al que, frente a Pandora, elige como icono, sigue vivo
para el autor, abarcando una franja mucho más amplia que la que correspondería
al trabajador manual especializado, y este es uno de los aspectos más sugestivos
de su visión, desde el mismo momento en que su habilidad resulta adaptable a la
forma en que se cocina un buen plato (el sociólogo es un amante de los fogones e
incluso alguna vez ha contado cómo cocinó para el propio Borges), se administra
la crianza de los hijos, o incluso se desarrolla un software. Relacionado con este último punto, en Artesanía, tecnología y nuevas formas de
trabajo, donde, insistimos, se sintetizan algunas de estas ideas, se cita
el caso de Linux, sistema que es al mismo tiempo un producto informático y “una
obra de artesanía colectiva”. A diferencia de los alfareros de la época
arcaica, en este nuevo marco la evolución de los conocimientos teóricos es
mucho más acelerada, los cambios se producen a diario, pero esto no entra en
contradicción con el hecho de que los “artesanos” de Linux compartan una misma
preocupación principal: la calidad. Unos y otros pertenecen, así, a una misma
tribu, compuesta por miembros casi siempre anónimos (cuenta el objeto en sí
mismo y no la capacidad personal) que, operando dentro de un sistema de
conocimiento abierto, cooperan (otro concepto fundamental para el sociólogo)
para revolver los problemas que se les van presentando.
La amplitud de la mirada que Sennett ha
volcado sobre el mundo del trabajo en el último
cuarto de siglo proviene del
desvelamiento de una realidad que, aunque intuida, aunque padecida por millones
en carne propia, conviene comprender si quiere ser modificada y que entronca
con la dramática situación de los trabajadores en general y de manera
particular con los integrantes de aquella clase media cualificada que se ha
desmoronado con la irrupción de la nueva economía. Estos empleados han visto
impotentes en apenas unos años cómo mientras más experiencia acumulaban, menos
valían, más prescindibles resultaban para sus empresas. La artesanía, de este
modo, que posibilita mediante la repetición de la técnica, modificar el propio
contenido, subir de nivel nuestra destreza gracias al ritmo móvil que se genera
entre la solución y el descubrimiento de problemas hasta lograr vencer las resistencias
que nos salen al paso, supone, al ser además algo en teoría al alcance de
cualquier persona, todo un desafío al tipo de procesos imperantes: a la precariedad,
la especulación, el desprecio, la explotación que acompañan a buena parte de
las relaciones laborales en la actualidad.
Hannah Arendt, una imprescindible referencia. |
Sennett, en este sentido, da en la diana cuando
afirma que la cooperación y el compromiso, valores en peligro, deben ocupar el
lugar que les corresponde. Y también resulta perfectamente plausible pensar que
la producción de objetos que propone la ética artesana, además de dignificar
una práctica alejada de otros “objetivos supuestamente más elevados”, y de proporcionarnos
una visión capaz de moldear nuestro trato con los demás, puede contribuir
igualmente a fundar un concepto de ciudadanía ampliamente difundido que nos
permita mantener a raya el opresivo control de una minoría. Es la vertiente
política que Arendt, volcada en su concepción republicana de la vita activa, no supo ver. Pero, ¿qué
ocurre si quienes más han de premiar esas capacidades, esas mismas élites
empresariales, burocráticas y políticas, son los que más se dedican a castrarlas?
Si nadie remunera esta actitud propia del trabajo artesano y no ya sólo el viejo
orfebre supone una especie en extinción sino que casos como los de Linux
resultan marginales, por estimulante que parezca su mirada sobre la realidad
contemporánea, por mucho que deseemos que esté en lo cierto cuando al final de La corrosión del carácter apuntaba que
un régimen que no provee al ser humano de profundas razones para que cuidemos
unos de otros no puede preservar su legitimidad por mucho tiempo, es difícil no
pensar que su aproximación, pese a su declarada voluntad de “dar sentido a la
experiencia concreta”, no está teñida de cierto idealismo, incluso de eso que
algunos peyorativamente (aunque a él tenemos fundadas razones para creer que no
le disgustaría la comparación) tacharían de “literatura”. ¿O acaso se puede
pretender ir contracorriente cuando el tsunami
nos está pasando por encima?
Evidentemente
nos estamos asomando a otro problema que no es el objeto específico de este
opúsculo, por lo que será mejor que nos quedemos, por el momento, con la
jubilosa lectura que Sennett nos propone y que atraviesa toda su producción
reciente: que aunque la sociedad no premie a aquel que se esfuerza todo lo que
puede, éste puede alcanzar “un tipo de autoestima” que es, por sí misma, “suficiente
recompensa”. Desde cierto punto de vista, esto puede resultar muy poco, o
demasiado, si pensamos que tal perspectiva supone reorientar de un modo
drástico nuestra relación con la naturaleza. Además, puede que partiendo de una
premisa semejante su fórmula “hacer es pensar” nos brinde nuevas formas de encarar
estos tiempos inclementes, invitándonos a tomar las riendas de nuestras propias
vidas.
[Este artículo
fue originalmente publicado en Suma
Cultural.]
miércoles, 12 de junio de 2013
Capitán Swing publica ‘Cómo hacer bien el mal’: una selección de textos del gran Harry Houdini sobre el crimen perfecto y el arte del engaño
Cómo
hacer bien el mal.
Harry Houdini.
Presentación de Arthur Conan Doyle.
Prólogo de Teller.
Traducción de Alicia Frieyro.
Traducción de Alicia Frieyro.
Capitán Swing.
Formato: rústica con solapa. 13x21cm.
264 páginas.
264 páginas.
PVP: 16,5 €.
Fecha de publicación: junio de 2013.
Tan sólo tenía nueve años Harry Houdini, por
entonces todavía Erich Weiss (Budapest, 1874 - Detroit, 1926), cuando decidió
formar junto a sus amigos del barrio un pequeño circo. Sólo unos meses antes,
mientras trabajaba vendiendo periódicos y limpiando zapatos para ayudar a sacar
adelante a su familia de inmigrantes húngaros, había sido llevado por su padre
a ver una actuación del mago viajero Dr. Lynn, causándole una gran impresión.
Su estreno, como contorsionista y trapecista, se produciría de este modo un 28
de octubre de 1883 bajo el nombre de Ehrich, The Prince of the Air. Aunque aún
faltaban algunos años para que llegara a sus manos The Memoirs of Robert-Houdin, Ambassador, Author, and Conjuror, Written
by Himself –libro que narraba las memorias del mago Jean Eugène Robert-Houdin, considerado el
padre de la magia moderna, y que le inspiraría a la hora de dotarse de un
sobrenombre artístico–, acababa de comenzar la carrera de un hombre extraordinario llamado a convertirse en un mito moderno.
Aunque Houdini, gracias a su resistencia
física –adquirida a base de entrenar hasta el límite y de endurecer su cuerpo
sumergiéndose en una bañera de agua llena de bloques de hielo, entre otros
sacrificios– y a sus escapismos imposibles, ocupa un lugar de excepción en el
imaginario popular de nuestro tiempo –no digamos ya de su época, merced también
a unas dotes inigualables para la puesta en escena ante los medios, con la que
conseguía encandilar al público–, menos conocida es su erudición en el campo de
la historia de la magia, que le llevó a acumular una impresionante biblioteca especializada
en la materia y de la que da cuenta este libro que, con presentación de Arthur Conan Doyle y
un exclusivo prólogo a cargo de Teller
—mago, cómico y mudo asistente de Penn Jillette– nos presenta por estas fechas Capitán Swing.
Publicado por primera vez en 1906, Cómo hacer bien el mal recoge, además de
una serie de artículos menos conocidos del artista sobre su personal método de
engaño (la magia), un conjunto de entrevistas a delincuentes y agentes de
policía que nos permiten conocer los hallazgos de este experto en la psicología
del engaño, desenmascarador de médiums
–aborrecía el espiritismo que trataba de aprovecharse ruínmente de los ingenuos
y dedicó muchos esfuerzos, especialmente en sus últimos años, a destapar
numerosos fraudes–, en lo referente a los métodos más infalibles para cometer
un crimen y salir airoso del asunto.
Aunque odiaba a los imitadores y no tenía
empacho en acudir a los tribunales cuando uno de sus números era copiado, Houdini
reveló generosamente, a través de diferentes artículos en revistas, algunos de los
secretos de sus trucos estrella, demostrando, como indican desde el Capitán,
ser un escritor tan inteligente como brillante ilusionista. Quien concibiera la magia como un espectáculo
en sí mismo y consiguiera escapar con éxito, desafiando a la muerte, de innumerables cuerdas, cadenas, esposas, barriles,
cajas, baúles, bidones, bolsas, sacos, ataúdes, jaulas, “cámaras acuáticas de
tortura china” –le atraían especialmente los trucos bajo el agua, quién sabe si
por haber estado a punto de morir ahogado en un río cuando tenía siete años–, camisas
de fuerza colgado boca abajo de rascacielos e, incluso, de la barriga de “un
monstruo marino”, se convierte aquí en protagonista –él, que no escapó tampoco
a la tentación de las películas– de una selección única de ensayos, una guía anti-protocolaria e indecente que supone una palpable demostración
de que las cosas distan mucho de ser siempre lo que parecen.
Afortunadamente.
sábado, 8 de junio de 2013
Siruela presenta ‘Las pasiones’, tratado fragmentario que recopila, con traducción de Antonio Colinas, una bellísima serie de apuntes de Giacomo Leopardi
Las
pasiones.
Giacomo Leopardi.
Traducción y epílogo de Antonio Colinas.
Introducción de Fabiana Cacciapuoti.
Siruela.
Formato: cartoné. 14,5x21,5 cm.
200 páginas.
PVP: 19,95€. Epub: 9,99€.
Fecha de publicación: junio de 2013.
“La impresión que produce el inesperado anuncio de una grave desventura no se acrecienta proporcionalmente por la mayor o menor gravedad de ella. El hombre en ese momento la considera como un todo, y el ímpetu del dolor se descarga sobre ella; de tal manera que no se hubiera podido duplicar si la desventura que se le anunció hubiese sido doblemente mayor.Sin embargo, si desde el principio le hubiese sido anunciada de esta manera, porque sobrevenía a otro anuncio, el desenlace del asunto hubiera conducido al acrecentamiento del dolor, si bien ni siquiera entonces este aumento sería proporcionado a la duplicidad de la desgracia; porque el alma está ya agotada y como entorpecida por el dolor pasado.Ayer, en medio de una fiesta, dos chiquillos fueron alcanzados por una piedra caída de un tejado. Se difundió la voz de que los dos podrían ser hijos de una misma madre. Luego, la gente se consoló al saberse que pertenecían a dos mujeres diferentes. ¿Qué supone esto sino alegrarse, porque el dolor en verdad se duplica, siendo igualmente grave en ambos casos?Cuanto sucedió en uno de los casos hubiese sido lo mismo que si hubiese sucedido en los dos. Y la que desfallece ante la noticia no habría podido sufrir más si su desgracia, en sí misma, no hubiese sido doble. Prescindiendo del hecho de que la muerte de los dos hijos le habría privado completamente de su maternidad –lo que cambiaría el sentido de la desgracia– y no es el caso. Y también podría darse que aquel solo hijo que ella perdió fuese único, con lo que no habría lugar a hacer esta consideración.”
Este fragmento, auténtico dechado de
sensibilidad y perspicacia psicológica, así como el resto de pasajes sobre las
pasiones que aparecen recogidos y ordenados según el índice leopardiano en esta
edición, constituyen un “material de trabajo” que quedó inconcluso por parte
del autor de los Cantos. Aunque
provisionales, los textos sobre las pasiones de Leopardi (Renacati,
1978- La Ginestra, 1837), que ahora llegan a nuestras manos con traducción del
poeta Antonio Colinas, representan
un conjunto de pensamientos, articulado y unitario, acerca de temas relativos a
las diferencias de sensibilidad que hay entre el hombre antiguo y el moderno,
entre el hombre “natural” y el transformado por la modernidad, entre sus amados
autores grecolatinos –a quienes rindió homenaje en sus odas griegas y de
erudición histórica desde su primera juventud– y las lecturas de sus coetáneos,
constituyendo, por tanto, una ejemplar muestra de aquello que en su día ya
expresara el polígrafo santanderino Marcelino Menéndez
Pelayo: “Lo que tiene mejor Leopardi no es su filosofía desesperada, hija
del siglo y del carácter del poeta, sino la forma purísima, de la cual es
deudor a los griegos.”
La vida del propio poeta, revelada en
algunas leves anécdotas y expresada, con amargura y
lucidez gracias a su
inconfundible filosofía del pesimismo, se observa al fondo de estos complejos y
agudísimos textos reunidos bajo el rótulo Tratado
de las pasiones, título de una nota autógrafa del escritor italiano en la
cual se enumeran 164 fragmentos del Zibaldone
(di pensieri), su diario
personal, escrito entre 1817 y 1832 y que consta de más de 4.500 páginas.
Retrato de Leopardi (1847). Por Domenico Morelli. |
Se trata, de este modo, como nos indican
desde Siruela,
de un índice temático redactado en 1827 junto con otros índices del mismo tipo
dedicados a ambiciosos proyectos y que no sería desarrollado posteriormente, llegando
a plantearse la hipótesis de si Leopardi no trató de fijar un “sistema”
filosófico que debía comprender diversas áreas del saber extraídas de la enorme
mole de los apuntes que fue tomando a lo largo de los años y que serían
publicados por primera vez en siete volúmenes a finales del siglo XIX.
De sentimientos como el hastío, la
envidia, la venganza, de valores como la amistad o la compasión, de vicios como
la vanidad o la falta de civismo, entre otras muchas “pasiones” nos habla aquí este
maestro universal del desengaño.
- Puede leer aquí algunos pasajes de la obra.
martes, 4 de junio de 2013
Miguel Gonçalves Mendes recopila en ‘José y Pilar. Conversaciones inéditas’ parte del material obtenido durante el rodaje del documental dedicado al matrimonio Saramago-Del Río en 2011
José
y Pilar. Conversaciones inéditas.
Miguel Gonçalves Mendes.
Prefacio de Valter Hugo Mãe.
Alfaguara.
Formato: rústica. 15x24 cm.
218 páginas.
PVP: 18,50 €.
Fecha de publicación: junio de 2013.
Dos años después del estreno en España,
apenas unos meses antes del fallecimiento del escritor, de José y Pilar, la película del director portugués Miguel
Gonçalves Mendes (Covilhã, 1978 )sobre los últimos cuatro años de vida de José Saramago, Alfaguara publica José y Pilar, un libro firmado también por el joven realizador
portugués y cuyo subtítulo, Conversaciones
inéditas, precisa con nitidez el contenido de la obra.
Miguel Gonçalves invirtió cuatro
años en el rodaje de un filme que nos descubrió el lado más personal del Nobel
de Literatura y su especial relación con Pilar del Río, traductora de su
obra y su “novia”. Aquellas dos horas “llenas,
intensas, dramáticas y pobladas de olores y sabores”, en palabras del crítico
de ABC Oti Rodríguez Marchante, reunieron
una mínima porción de las muchas de las situaciones que vivieron los
protagonistas en esos años previos a la muerte del escritor. Ahora, parte de lo mucho
de lo que se dijo e hizo en las 240 horas de grabación que llegó a atesorar el director
y que nos mostraban el trajín diario de un hombre, entonces ya octogenario, extremadamente
comprometido con el mundo, con la literatura, con la vida y con su mujer, pueden felizmente ver la luz.
José
y Pilar. Conversaciones inéditas,
como apunta Valter Hugo Mãe en el prólogo de la obra, viene a completar de un modo “inestimable para el tesoro del testimonio de Saramago” el trabajo que ya
se hiciera con el filme, mostrando al lector una faceta poco conocida del
escritor, su mundo más íntimo, que se sustentaba, como no podía ser de otra
forma, en su mujer. “Quería hacer un retrato intimista de la relación con su
mujer, Pilar del Río, y deshacer la confusión que rodea a su figura y que le
retrataba como un tipo antipático que se desayunaba niños crudos”, ha explicado
el autor, quien en 2009 ya abordó la obra del escritor en O caminho de Salomão, documental basado en el libro El viaje del elefante, y que se
encuentra trabajando ahora en la adaptación cinematográfica de El Evangelio según Jesucristo.
Precisamente, la posibilidad de conocer
esa íntima relación y a esa mujer, Pilar –“la mujer de Saramago y la hermana de
Nacho del Río y la madre de Juanjo y... Es decir, que soy muchísimas cosas,
pero, sobre todo y básicamente, soy Pilar del Río”– es uno de los elementos que convierten a este libro en un
documento de enorme interés para completar la figura del escritor universal que
siempre será el autor de Ensayo sobre la
ceguera o El año de la muerte de Ricardo
Reis. “En cierto sentido –dice Valter Hugo Mãe en el prólogo–, y porque tal
vez el gran patrimonio de José Saramago en lo que respecta a sus ideas se
extendió por tantos libros e infinitas entrevistas, es en Pilar del Río donde
este volumen encuentra su más raro documento. Junto a tantas declaraciones y
explicaciones de Saramago, el retrato de Pilar adquiere una fuerza
impresionante, fuerza que creo que ya no sorprende a nadie y que, pienso, está
en la base de la gran conmoción que supuso la película José y Pilar, que ahora, con el libro, se hace más intensa.”
“Tengo muchas razones para pensar que el
gran acontecimiento de mi vida fue haberla conocido”, dice Saramago en un
momento de estas conversaciones –en realidad de entrevistas a cámara–, donde
ambos exploran cuestiones de gran trascendencia como la política, el amor, el
trabajo, la literatura, la familia, Dios o la muerte y que no se entienden sin
la complementaria y enriquecedora, que no “gemela”, presencia del otro. Como
explica Valter Hugo Mãe: “Yo me arriesgaría a decir que este libro es la
oportunidad, nuestra, de los lectores, de encontrarnos con Pilar y, por eso,
completar a Saramago. Compartir tanto con ella es lo que permite entender mejor
el universo del escritor, el espacio afectivo en que se movía y lo
incondicional de la construcción familiar donde se vio protegido, o, como se
debe decir, donde se sintió amado”.
Pleno de fotografías y testimonios, de
sentidas declaraciones solemnes y de deliciosos apuntes cotidianos, José y Pilar. Conversaciones inéditas supone
una verdadera invitación a sumergirnos de nuevo en la sugestiva obra del genial
escritor portugués afincado en Españña, quien se nos presenta aquí como ese hombre sencillo,
racional, idealista, comprometido, humilde y humano que asoma en sus mejores
libros. Eso, a pesar de que él mismo se encargue de rebajar las expectativas.
Naturalmente, sin éxito:
“Mi vida es un poco plana, es una vida sin grandes aventuras, ni grandes ni pequeñas.No pertenezco a la categoría de personas, o de escritores, que tuvieron una vida agitadísima, a los que les sucedió una cantidad de cosas... El caso concreto de escritores y artistas que vivieron la bohemia y por tanto tienen mucho que contar sobre borracheras y sobre lo que hicieron. Yo no tuve una vida así, mi vida no tiene ningún interés, no lo tiene.”
- Empieza a leer aquí José y Pilar. Conversaciones inéditas.
- Especial Saramago.
- Puedes adquirir la obra aquí.
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