viernes, 21 de junio de 2013

Nos mudamos

Estimados, amigos.

Después de algunos meses en esta casa, donde tan buenos ratos hemos pasado, hemos querido aprovechar la llegada del verano/invierno (elijan el hemisferio) para mudarnos a un lugar en el que poder seguir creciendo y ampliando la familia. El Librófago siempre fue un blog que quiso ser revista y ese sueño se encuentra ahora más al alcance de la mano.

Por el momento, nos estamos instalando, así que esperamos nos sepáis disculpar si encontráis algún bulto por el medio (ahora no me refería a mí). Tanto en el link www.ellibrofago.com como clicando en la imagen inferior podéis ser cómodamente redireccionados. De momento, este sitio sigue abierto, aunque hemos empacado prácticamente la totalidad de lo que aquí se encuentra y trasladado a nuestro nuevo hogar, donde lo estamos recolocando.

Gracias por vuestra paciencia y comprensión. ¡Esperamos vuestras visitas!




domingo, 16 de junio de 2013

Richard Sennett, el valor de hacer las cosas bien: sobre ‘Artesanía, tecnología y nuevas formas de trabajo’ (Katz en colaboración con el CCCB)



Artesanía, tecnología y nuevas formas de trabajo.
Richard Sennett.
Traducción de Zoraida de Torres Burgos.
Katz Editores en coedición con el CCCB.
Formato: rústica. 11 x 20 cm.
58 páginas.
Fecha de publicación: febrero de 2013 (España); abril de 2013 (Argentina).
ISBN 9788492946495.
PVP: 7 €.

No parece de ningún modo casual que Richard Sennett (Chicago, 1943) sintiera desde bien temprano una especie de fijación analítica por el mundo del trabajo. No, no hablamos de ninguna predeterminación específica ni de que recibiera ninguna llamada de orden trascendente, sólo del hecho de que su propia peripecia vital, especialmente durante sus primeros años, le pusiera en camino de reorganizar su pensamiento para lo que habría de constituir más tarde su brillante carrera como sociólogo en los campos del trabajo, las clases sociales, el ámbito público o la ciudad. Es más que probable que si una desafortunada lesión no hubiese truncado su carrera, la música, su gran vocación, habría ganado a un gran director de orquesta mientras que las ciencias sociales se habrían quedado sin uno de sus más eximios representantes de los últimos años. Pero no se trata sólo de eso. Queremos llamar la atención sobre cómo su vocación artística, su infancia de aprendiz de chelo en un barrio pobre de Chicago, su primera y emancipada juventud como integrante de una orquesta –él mismo se ha encargado de subrayar cómo gran parte de lo que conoce sobre cuestiones como la cooperación, la esfera pública o la poiesis proviene de su faceta de artista– contribuyeron a forjar su personal visión como teórico del trabajo, acerca del funcionamiento de las relaciones de poder en la sociedad capitalista y de su impacto en la personalidad del individuo, la fértil y estrecha interacción que se establece a lo largo de su obra entre cultura y sociedad.

Considerado el más notorio representante en nuestros días de la tradición del pragmatismo norteamericano –iniciada por pensadores como C.S. Pierce y William James y que ensancharían en etapas sucesivas autores como John Dewey, Hans Joas o Richard Rorty–, Richard Sennett se ha preocupado de unir la filosofía a las prácticas concretas de las artes y las ciencias, la economía política y la religión. El pragmatismo, para este sociólogo y profesor emérito de la London School of Economics, tiene como principal distintivo “la búsqueda de problemas filosóficos insertos en la vida cotidiana”. En este sentido, el estudio de la artesanía y la técnica no supondrían más que “el lógico siguiente paso” dentro de la investigación que está conduciendo en los últimos años a este hijo de anarquista (su padre y su tío lucharon en la Guerra civil española en las filas del POUM) y de madre trabajadora social identificado desde su primera juventud con los postulados de aquella especie de manifiesto del socialismo democrático que fue el Port Huron Statement, a la creación de una trilogía dedicada al homo faber, en la que a modo de síntesis desea unir las preocupaciones básicas de su obra: la relación entre lo material y lo social, lo concreto y lo abstracto.

Trilogía del homo faber

Justo en el meollo de estas indagaciones – entre la publicación de los dos primeros vástagos de la citada serie, El artesano (2008) y Juntos (2012), ambos publicados por Anagrama– se inscribe Artesanía, tecnología y nuevas formas de trabajo, texto de la conferencia ofrecida por Sennett en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona en diciembre de 2009 publicado ahora por Katz en colaboración con el propio CCCB y que incluye también a modo de apéndice una entrevista realizada por Magda Anglès en abril del pasado año sobre otra de sus grandes pasiones, “el arte de hacer ciudades”, tema al que dedicará precisamente el tercer volumen de su proyecto. En el ensayo que da título a este librito, Sennettt va a condensar algunas de las ideas expresadas en sus principales trabajos sobre la “cultura material”, ya sea en ensayos como La corrosión del carácter (1998) donde abordaba la reconfiguración de los trabajos tradicionales ante las demandas estructurales del capitalismo o, principalmente, en la citada monografía El artesano, estudio que, retomando un diálogo con su admirada Hannah Arendt  –cuya división entre animal laborans y homo faber le parece ilusoria a quien propone un “proceso abierto” entre el pensamiento y las capacidades físicas, entre “la cabeza y la mano”–, se encargaba de poner de relieve conceptos actualmente en retroceso, como son los de oficio o experiencia, ensalzando las bondades del trabajo bien hecho y extendiendo los valores que encierra la noción de artesano a figuras tan diversas como las del programador informático, el médico, el padre o el ciudadano.

En sus trabajos sobre la cultural material Sennett nos viene mostrando un mundo en el que el talento apenas se valora, en el que tanto la experiencia como el conocimiento adquiridos pueden terminar resultando un lastre para un trabajador que cada vez debe afrontar más dificultades a la hora de encontrar espacios de libertad entre medios y fines. En una sociedad que presume de avanzada pero en la cual la fragmentación de la vida es tanto la causa como el resultado de una expansión sin límites de la cultura de la superficialidad y en la que “la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad” (subtítulo de su obra El respeto) se encuentra seriamente amenazada, descubre en la figura del artesano un indicador para “saber hasta qué punto el capitalismo ha alterado el valor de las cosas que elaboramos para asegurar nuestra supervivencia diaria”.

Sennet en el CCCB (2009). Foto de Carmen Secanella para El País.



Para Sennett la sociedad en la que vivimos está llena de objetos, “pero el uso que hacemos de ellos los ha ido desvalorizando cada vez más”.  El artesano sufre esa realidad de un modo dramático. El carpintero, por recurrir a la primera de las imágenes que retoma en esta conferencia, es alguien que ve cómo “la máquina y la fabricación en masa van eclipsando y arrinconando sus destrezas tradicionales”. El problema, insiste el autor, no es la máquina sino la forma en la que una determinada manera de ver el mundo propia del nuevo capitalismo (sistema al que dedicó la trilogía que justamente antecede a estos estudios) nos ha llevado a utilizar la tecnología, haciendo que nos volquemos en lograr resultados rápidos, en obtener productos de forma inmediata en vez de motivarnos a desarrollar unas destrezas que el mercado laboral directamente desprecia. Como dice en respuesta a Magda Anglès en la segunda parte del libro: “[las máquinas] No son sustitutos, son herramientas, prótesis, extensiones, y deben utilizarse de forma inteligente y práctica para conseguir lo mejor de ellas”. Sin embargo, a casa paso se nos interpone la evidencia de que “desarrollar la capacidad de los empleados, ampliar su experiencia”, contradice la tendencia que caracteriza la nueva economía, “que prefiere pagar por capacidades ya existentes, preferiblemente cuando las poseen trabajadores jóvenes, que son más baratos y constituyen un grupo social más pasivo”. Cuando el amor al trabajo bien hecho que constituye la base de la ética artesana, la misma que insufla el espíritu del carpintero aludido, pero también del técnico de laboratorio o del director de orquesta de los que se asiste en otros momentos, no obtiene recompensa ni reconocimiento, el desaliento no tarda en aparecer. El artesano representa para Sennett una “condición humana peculiar”. Es la persona que se implica a fondo en lo que hace. De ahí que cuando se le deje fuera del tablero, sea la propia calidad del producto la que se resienta. No faltan ejemplos que pudiéramos traer aquí.

La ética artesana

En El artesano Sennett se detenía a explorar cómo a lo largo de la historia occidental la actividad práctica había sido con frecuencia denostada sin que por este motivo, trascendiendo la imagen romántica del poblador del taller medieval, ese impulso humano duradero y básico de realizar bien una tarea sin más hubiese quedado sepultado. El espíritu de Hefesto, ese dios cojo del fuego, la forja y la artesanía al que, frente a Pandora, elige como icono, sigue vivo para el autor, abarcando una franja mucho más amplia que la que correspondería al trabajador manual especializado, y este es uno de los aspectos más sugestivos de su visión, desde el mismo momento en que su habilidad resulta adaptable a la forma en que se cocina un buen plato (el sociólogo es un amante de los fogones e incluso alguna vez ha contado cómo cocinó para el propio Borges), se administra la crianza de los hijos, o incluso se desarrolla un software. Relacionado con este último punto, en Artesanía, tecnología y nuevas formas de trabajo, donde, insistimos, se sintetizan algunas de estas ideas, se cita el caso de Linux, sistema que es al mismo tiempo un producto informático y “una obra de artesanía colectiva”. A diferencia de los alfareros de la época arcaica, en este nuevo marco la evolución de los conocimientos teóricos es mucho más acelerada, los cambios se producen a diario, pero esto no entra en contradicción con el hecho de que los “artesanos” de Linux compartan una misma preocupación principal: la calidad. Unos y otros pertenecen, así, a una misma tribu, compuesta por miembros casi siempre anónimos (cuenta el objeto en sí mismo y no la capacidad personal) que, operando dentro de un sistema de conocimiento abierto, cooperan (otro concepto fundamental para el sociólogo) para revolver los problemas que se les van presentando.

La amplitud de la mirada que Sennett ha volcado sobre el mundo del trabajo en el último
Hannah Arendt, una imprescindible referencia.
cuarto de siglo proviene del desvelamiento de una realidad que, aunque intuida, aunque padecida por millones en carne propia, conviene comprender si quiere ser modificada y que entronca con la dramática situación de los trabajadores en general y de manera particular con los integrantes de aquella clase media cualificada que se ha desmoronado con la irrupción de la nueva economía. Estos empleados han visto impotentes en apenas unos años cómo mientras más experiencia acumulaban, menos valían, más prescindibles resultaban para sus empresas. La artesanía, de este modo, que posibilita mediante la repetición de la técnica, modificar el propio contenido, subir de nivel nuestra destreza gracias al ritmo móvil que se genera entre la solución y el descubrimiento de problemas hasta lograr vencer las resistencias que nos salen al paso, supone, al ser además algo en teoría al alcance de cualquier persona, todo un desafío al tipo de procesos imperantes: a la precariedad, la especulación, el desprecio, la explotación que acompañan a buena parte de las relaciones laborales en la actualidad.

Sennett, en este sentido, da en la diana cuando afirma que la cooperación y el compromiso, valores en peligro, deben ocupar el lugar que les corresponde. Y también resulta perfectamente plausible pensar que la producción de objetos que propone la ética artesana, además de dignificar una práctica alejada de otros “objetivos supuestamente más elevados”, y de proporcionarnos una visión capaz de moldear nuestro trato con los demás, puede contribuir igualmente a fundar un concepto de ciudadanía ampliamente difundido que nos permita mantener a raya el opresivo control de una minoría. Es la vertiente política que Arendt, volcada en su concepción republicana de la vita activa, no supo ver. Pero, ¿qué ocurre si quienes más han de premiar esas capacidades, esas mismas élites empresariales, burocráticas y políticas, son los que más se dedican a castrarlas? Si nadie remunera esta actitud propia del trabajo artesano y no ya sólo el viejo orfebre supone una especie en extinción sino que casos como los de Linux resultan marginales, por estimulante que parezca su mirada sobre la realidad contemporánea, por mucho que deseemos que esté en lo cierto cuando al final de La corrosión del carácter apuntaba que un régimen que no provee al ser humano de profundas razones para que cuidemos unos de otros no puede preservar su legitimidad por mucho tiempo, es difícil no pensar que su aproximación, pese a su declarada voluntad de “dar sentido a la experiencia concreta”, no está teñida de cierto idealismo, incluso de eso que algunos peyorativamente (aunque a él tenemos fundadas razones para creer que no le disgustaría la comparación) tacharían de “literatura”. ¿O acaso se puede pretender ir contracorriente cuando el tsunami nos está pasando por encima?

Evidentemente nos estamos asomando a otro problema que no es el objeto específico de este opúsculo, por lo que será mejor que nos quedemos, por el momento, con la jubilosa lectura que Sennett nos propone y que atraviesa toda su producción reciente: que aunque la sociedad no premie a aquel que se esfuerza todo lo que puede, éste puede alcanzar “un tipo de autoestima” que es, por sí misma, “suficiente recompensa”. Desde cierto punto de vista, esto puede resultar muy poco, o demasiado, si pensamos que tal perspectiva supone reorientar de un modo drástico nuestra relación con la naturaleza. Además, puede que partiendo de una premisa semejante su fórmula “hacer es pensar” nos brinde nuevas formas de encarar estos tiempos inclementes, invitándonos a tomar las riendas de nuestras propias vidas.

[Este artículo fue originalmente publicado en Suma Cultural.]

miércoles, 12 de junio de 2013

Capitán Swing publica ‘Cómo hacer bien el mal’: una selección de textos del gran Harry Houdini sobre el crimen perfecto y el arte del engaño



Cómo hacer bien el mal.
Harry Houdini.
Presentación de Arthur Conan Doyle.
Prólogo de Teller.
Traducción de Alicia Frieyro.
Capitán Swing.
Formato: rústica con solapa. 13x21cm.
264 páginas.
PVP: 16,5 €.
Fecha de publicación: junio de 2013.

Tan sólo tenía nueve años Harry Houdini, por entonces todavía Erich Weiss (Budapest, 1874 - Detroit, 1926), cuando decidió formar junto a sus amigos del barrio un pequeño circo. Sólo unos meses antes, mientras trabajaba vendiendo periódicos y limpiando zapatos para ayudar a sacar adelante a su familia de inmigrantes húngaros, había sido llevado por su padre a ver una actuación del mago viajero Dr. Lynn, causándole una gran impresión. Su estreno, como contorsionista y trapecista, se produciría de este modo un 28 de octubre de 1883 bajo el nombre de Ehrich, The Prince of the Air. Aunque aún faltaban algunos años para que llegara a sus manos The Memoirs of Robert-Houdin, Ambassador, Author, and Conjuror, Written by Himself –libro que narraba las memorias del mago Jean Eugène Robert-Houdin, considerado el padre de la magia moderna, y que le inspiraría a la hora de dotarse de un sobrenombre artístico–, acababa de comenzar la carrera de un hombre extraordinario llamado a convertirse en un mito moderno.

Aunque Houdini, gracias a su resistencia física –adquirida a base de entrenar hasta el límite y de endurecer su cuerpo sumergiéndose en una bañera de agua llena de bloques de hielo, entre otros sacrificios– y a sus escapismos imposibles, ocupa un lugar de excepción en el imaginario popular de nuestro tiempo –no digamos ya de su época, merced también a unas dotes inigualables para la puesta en escena ante los medios, con la que conseguía encandilar al público–, menos conocida es su erudición en el campo de la historia de la magia, que le llevó a acumular una impresionante biblioteca especializada en la materia y de la que da cuenta este libro que, con presentación de Arthur Conan Doyle y un exclusivo prólogo a cargo de Teller —mago, cómico y mudo asistente de Penn Jillette– nos presenta por estas fechas Capitán Swing.

Publicado por primera vez en 1906, Cómo hacer bien el mal recoge, además de una serie de artículos menos conocidos del artista sobre su personal método de engaño (la magia), un conjunto de entrevistas a delincuentes y agentes de policía que nos permiten conocer los hallazgos de este experto en la psicología del engaño,  desenmascarador de médiums –aborrecía el espiritismo que trataba de aprovecharse ruínmente de los ingenuos y dedicó muchos esfuerzos, especialmente en sus últimos años, a destapar numerosos fraudes–, en lo referente a los métodos más infalibles para cometer un crimen y salir airoso del asunto.

Aunque odiaba a los imitadores y no tenía empacho en acudir a los tribunales cuando uno de sus números era copiado, Houdini reveló generosamente, a través de diferentes artículos en revistas, algunos de los secretos de sus trucos estrella, demostrando, como indican desde el Capitán, ser un escritor tan inteligente como brillante ilusionista.  Quien concibiera la magia como un espectáculo en sí mismo y consiguiera escapar con éxito, desafiando a la muerte, de innumerables cuerdas, cadenas, esposas, barriles, cajas, baúles, bidones, bolsas, sacos, ataúdes, jaulas, “cámaras acuáticas de tortura china” –le atraían especialmente los trucos bajo el agua, quién sabe si por haber estado a punto de morir ahogado en un río cuando tenía siete años–, camisas de fuerza colgado boca abajo de rascacielos e, incluso, de la barriga de “un monstruo marino”, se convierte aquí en protagonista –él, que no escapó tampoco a la tentación de las películas– de una selección única de ensayos, una guía anti-protocolaria e indecente que supone una palpable demostración de que las cosas distan mucho de ser siempre lo que parecen.

Afortunadamente.

sábado, 8 de junio de 2013

Siruela presenta ‘Las pasiones’, tratado fragmentario que recopila, con traducción de Antonio Colinas, una bellísima serie de apuntes de Giacomo Leopardi



Las pasiones.
Giacomo Leopardi.
Traducción y epílogo de Antonio Colinas.
Introducción de Fabiana Cacciapuoti.
Siruela.
Formato: cartoné. 14,5x21,5 cm.
200 páginas.
PVP: 19,95€. Epub: 9,99€.
Fecha de publicación: junio de 2013.


“La impresión que produce el inesperado anuncio de una grave desventura no se acrecienta proporcionalmente por la mayor o menor gravedad de ella. El hombre en ese momento la considera como un todo, y el ímpetu del dolor se descarga sobre ella; de tal manera que no se hubiera podido duplicar si la desventura que se le anunció hubiese sido doblemente mayor.

Sin embargo, si desde el principio le hubiese sido anunciada de esta manera, porque sobrevenía a otro anuncio, el desenlace del asunto hubiera conducido al acrecentamiento del dolor, si bien ni siquiera entonces este aumento sería proporcionado a la duplicidad de la desgracia; porque el alma está ya agotada y como entorpecida por el dolor pasado.

Ayer, en medio de una fiesta, dos chiquillos fueron alcanzados por una piedra caída de un tejado. Se difundió la voz de que los dos podrían ser hijos de una misma madre. Luego, la gente se consoló al saberse que pertenecían a dos mujeres diferentes. ¿Qué supone esto sino alegrarse, porque el dolor en verdad se duplica, siendo igualmente grave en ambos casos?

Cuanto sucedió en uno de los casos hubiese sido lo mismo que si hubiese sucedido en los dos. Y la que desfallece ante la noticia no habría podido sufrir más si su desgracia, en sí misma, no hubiese sido doble. Prescindiendo del hecho de que la muerte de los dos hijos le habría privado completamente de su maternidad –lo que cambiaría el sentido de la desgracia– y no es el caso. Y también podría darse que aquel solo hijo que ella perdió fuese único, con lo que no habría lugar a hacer esta consideración.”

Este fragmento, auténtico dechado de sensibilidad y perspicacia psicológica, así como el resto de pasajes sobre las pasiones que aparecen recogidos y ordenados según el índice leopardiano en esta edición, constituyen un “material de trabajo” que quedó inconcluso por parte del autor de los Cantos. Aunque provisionales, los textos sobre las pasiones de Leopardi (Renacati, 1978- La Ginestra, 1837), que ahora llegan a nuestras manos con traducción del poeta Antonio Colinas, representan un conjunto de pensamientos, articulado y unitario, acerca de temas relativos a las diferencias de sensibilidad que hay entre el hombre antiguo y el moderno, entre el hombre “natural” y el transformado por la modernidad, entre sus amados autores grecolatinos –a quienes rindió homenaje en sus odas griegas y de erudición histórica desde su primera juventud– y las lecturas de sus coetáneos, constituyendo, por tanto, una ejemplar muestra de aquello que en su día ya expresara el polígrafo santanderino Marcelino Menéndez Pelayo: “Lo que tiene mejor Leopardi no es su filosofía desesperada, hija del siglo y del carácter del poeta, sino la forma purísima, de la cual es deudor a los griegos.”

La vida del propio poeta, revelada en algunas leves anécdotas y expresada, con amargura y
Retrato de Leopardi (1847). Por Domenico Morelli.
lucidez gracias a su inconfundible filosofía del pesimismo, se observa al fondo de estos complejos y agudísimos textos reunidos bajo el rótulo Tratado de las pasiones, título de una nota autógrafa del escritor italiano en la cual se enumeran 164 fragmentos del Zibaldone (di pensieri), su diario personal, escrito entre 1817 y 1832 y que consta de más de 4.500 páginas.

Se trata, de este modo, como nos indican desde Siruela, de un índice temático redactado en 1827 junto con otros índices del mismo tipo dedicados a ambiciosos proyectos y que no sería desarrollado posteriormente, llegando a plantearse la hipótesis de si Leopardi no trató de fijar un “sistema” filosófico que debía comprender diversas áreas del saber extraídas de la enorme mole de los apuntes que fue tomando a lo largo de los años y que serían publicados por primera vez en siete volúmenes a finales del siglo XIX.

De sentimientos como el hastío, la envidia, la venganza, de valores como la amistad o la compasión, de vicios como la vanidad o la falta de civismo, entre otras muchas “pasiones” nos habla aquí este maestro universal del desengaño.

  • Puede leer aquí algunos pasajes de la obra.

martes, 4 de junio de 2013

Miguel Gonçalves Mendes recopila en ‘José y Pilar. Conversaciones inéditas’ parte del material obtenido durante el rodaje del documental dedicado al matrimonio Saramago-Del Río en 2011



José y Pilar. Conversaciones inéditas.
Miguel Gonçalves Mendes.
Prefacio de Valter Hugo Mãe.
Alfaguara.
Formato: rústica. 15x24 cm.
218 páginas.
PVP: 18,50 €.
Fecha de publicación: junio de 2013.

Dos años después del estreno en España, apenas unos meses antes del fallecimiento del escritor, de José y Pilar, la película del director portugués Miguel Gonçalves Mendes (Covilhã, 1978 )sobre los últimos cuatro años de vida de José Saramago, Alfaguara publica José y Pilar, un libro firmado también por el joven realizador portugués y cuyo subtítulo, Conversaciones inéditas, precisa con nitidez el contenido de la obra. 

Miguel Gonçalves invirtió cuatro años en el rodaje de un filme que nos descubrió el lado más personal del Nobel de Literatura y su especial relación con Pilar del Río, traductora de su obra y su “novia”.  Aquellas dos horas “llenas, intensas, dramáticas y pobladas de olores y sabores”, en palabras del crítico de ABC Oti Rodríguez Marchante, reunieron una mínima porción de las muchas de las situaciones que vivieron los protagonistas en esos años previos a la muerte del escritor. Ahora, parte de lo mucho de lo que se dijo e hizo en las 240 horas de grabación que llegó a atesorar el director y que nos mostraban el trajín diario de un hombre, entonces ya octogenario, extremadamente comprometido con el mundo, con la literatura, con la vida y con su mujer, pueden felizmente ver la luz.

José y Pilar. Conversaciones inéditas, como apunta Valter Hugo Mãe en el prólogo de la obra, viene a completar de un modo inestimable para el tesoro del testimonio de Saramago” el trabajo que ya se hiciera con el filme, mostrando al lector una faceta poco conocida del escritor, su mundo más íntimo, que se sustentaba, como no podía ser de otra forma, en su mujer. “Quería hacer un retrato intimista de la relación con su mujer, Pilar del Río, y deshacer la confusión que rodea a su figura y que le retrataba como un tipo antipático que se desayunaba niños crudos”, ha explicado el autor, quien en 2009 ya abordó la obra del escritor en O caminho de Salomão, documental basado en el libro El viaje del elefante, y que se encuentra trabajando ahora en la adaptación cinematográfica de El Evangelio según Jesucristo.

Precisamente, la posibilidad de conocer esa íntima relación y a esa mujer, Pilar –“la mujer de Saramago y la hermana de Nacho del Río y la madre de Juanjo y... Es decir, que soy muchísimas cosas, pero, sobre todo y básicamente, soy Pilar del Río”– es uno de los elementos que convierten a este libro en un documento de enorme interés para completar la figura del escritor universal que siempre será el autor de Ensayo sobre la ceguera o El año de la muerte de Ricardo Reis. “En cierto sentido –dice Valter Hugo Mãe en el prólogo–, y porque tal vez el gran patrimonio de José Saramago en lo que respecta a sus ideas se extendió por tantos libros e infinitas entrevistas, es en Pilar del Río donde este volumen encuentra su más raro documento. Junto a tantas declaraciones y explicaciones de Saramago, el retrato de Pilar adquiere una fuerza impresionante, fuerza que creo que ya no sorprende a nadie y que, pienso, está en la base de la gran conmoción que supuso la película José y Pilar, que ahora, con el libro, se hace más intensa.”

“Tengo muchas razones para pensar que el gran acontecimiento de mi vida fue haberla conocido”, dice Saramago en un momento de estas conversaciones –en realidad de entrevistas a cámara–, donde ambos exploran cuestiones de gran trascendencia como la política, el amor, el trabajo, la literatura, la familia, Dios o la muerte y que no se entienden sin la complementaria y enriquecedora, que no “gemela”, presencia del otro. Como explica Valter Hugo Mãe: “Yo me arriesgaría a decir que este libro es la oportunidad, nuestra, de los lectores, de encontrarnos con Pilar y, por eso, completar a Saramago. Compartir tanto con ella es lo que permite entender mejor el universo del escritor, el espacio afectivo en que se movía y lo incondicional de la construcción familiar donde se vio protegido, o, como se debe decir, donde se sintió amado”.

Pleno de fotografías y testimonios, de sentidas declaraciones solemnes y de deliciosos apuntes cotidianos, José y Pilar. Conversaciones inéditas supone una verdadera invitación a sumergirnos de nuevo en la sugestiva obra del genial escritor portugués afincado en Españña, quien se nos presenta aquí como ese hombre sencillo, racional, idealista, comprometido, humilde y humano que asoma en sus mejores libros. Eso, a pesar de que él mismo se encargue de rebajar las expectativas. Naturalmente, sin éxito:

“Mi vida es un poco plana, es una vida sin grandes aventuras, ni grandes ni pequeñas.
No pertenezco a la categoría de personas, o de escritores, que tuvieron una vida agitadísima, a los que les sucedió una cantidad de cosas... El caso concreto de escritores y artistas que vivieron la bohemia y por tanto tienen mucho que contar sobre borracheras y sobre lo que hicieron. Yo no tuve una vida así, mi vida no tiene ningún interés, no lo tiene.”

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...