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lunes, 17 de septiembre de 2012

Antonio Santamarina repasa en 'Joel y Ethan Coen' la revisión de los géneros que consuman estos dos cineastas norteamericanos



Joel y Ethan Coen.
Antonio Santamarina Alcón.
Cátedra. Col: Signo e imagen.
Rústica hilo. 11x18 cm.
400 páginas.
PVP: 15,20 IVA incluido.
1ª edición: septiembre de 2012.

Pocos cineastas de las últimas décadas han ejercido una mayor influencia sobre la cultura popular, granjeándose de paso el favor de los críticos, que estos dos hermanos de Minneapolis que, con independencia del rol que se adjudiquen en los títulos de crédito, son los encargados de escribir, producir y dirigir de manera conjunta su personal y bicéfala obra. Si tuviéramos que señalar un caso en el que el carácter comercial de Hollywood, por un lado, y la libertad creativa característica del circuito independiente, por otro, se dan la mano, no podríamos encontrar, tal vez con la excepción de Tim Burton, un ejemplo mejor.

Todo esto justificaría por sí solo el que hayan aparecido con anterioridad diferentes trabajos centrados en su obra, desde miradas más panorámicas hasta estudios críticos  que se detienen en un solo filme, ya sea la mítica Muerte entre las flores o la no menos subyugante Barton Fink. Lo que hace especialmente interesante esta obra publicada dentro de la imprescindible colección Signo e imagen de Cátedra es su intento de ofrecer al lector una mirada clarificadora y omnicomprensiva del particular universo narrativo de estos cineastas cuando ya han alcanzado un punto de plena madurez.

La filmografía de los hermanos Coen ha estado unida, desde Sangre fácil (1985), a la revisión de los géneros ci­ne­matográficos, ya sea el cine negro en sus más diversas vertientes —cine de gánsteres (Muerte entre las flores), cine po­licial (Fargo), cine de detectives (El gran Lebowski), cine carcelario (O Brother!)—, ya sea la comedia (El gran salto), el cine de espías (Quemar después de leer) o el western (Valor de ley).

Sobre todos ellos han posado Joel y Ethan su particular mirada (aderezada de un inigualable humor y una tendencia a lo grotesco cada vez más depurada) con la intención de buscar el sentido oculto tras las apariencias y desvelar la cara amarga del sueño americano que el cine de su país se encargó de alimentar.

Antonio Santamarina Alcón, crítico e historiador cinematográfico autor de numerosos estudios, elaborados de forma conjunta o en solitario, publicados a lo largo de las dos últimas décadas y entre los que se incluyen El cine negro. Maduración y crisis de la escritura clásica, Shinya Tsukamoto, poeta y guerrillero del cinematógrafo o París, Texas, acerca de la célebre obra de Wim Wenders, es el encargado ahora de seguir esta deriva, analizando cómo la cámara de los ganadores del Óscar en cuatro ocasiones ha recorrido toda la geografía de los Estados Unidos desde Texas y Arizona hasta el Misisipi o Minnesota, pasando por Washington y Nueva York, dejando a su paso una inolvidable galería de personajes y de películas no tan heterogéneas como pudiera parecer a primera vista.

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